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Bogotá 360°La ciudad interior /

Iglesia de San Ignacio

Iglesia de San Ignacio

Interior de la iglesia, vista bajo la cúpula. Desde la izquierda, la Capilla del Rapto, el altar mayor, la Capilla de San Francisco Javier, el púlpito y la nave central. Cristóbal von Rothkirch

Interior de la iglesia, vista bajo la cúpula. Desde la izquierda, la Capilla del Rapto, el altar mayor, la Capilla de San Francisco Javier, el púlpito y la nave central.   Cristóbal von Rothkirch.

 Cristóbal von Rothkirch

  Cristóbal von Rothkirch.

 Cristóbal von Rothkirch

  Cristóbal von Rothkirch.

Capilla de la Virgen de Lourdes. A la izquierda la Coronación de la Virgen, el portal que conduce a la nave central del templo, la puerta al osario y a la derecha el altar dedicado a la Virgen. Cristóbal von Rothkirch

Capilla de la Virgen de Lourdes. A la izquierda la Coronación de la Virgen, el portal que conduce a la nave central del templo, la puerta al osario y a la derecha el altar dedicado a la Virgen.   Cristóbal von Rothkirch.

Interior de la iglesia vista desde debajo del coro: Capilla de las Reliquias, nave central y altar mayor; el llamado altar “de los Franciscos” por estar dedicado a los santos Francisco Javier, de Asís y de Sales. Cristóbal von Rothkirch

Interior de la iglesia vista desde debajo del coro: Capilla de las Reliquias, nave central y altar mayor; el llamado altar “de los Franciscos” por estar dedicado a los santos Francisco Javier, de Asís y de Sales.   Cristóbal von Rothkirch.

Texto de: Enrique Santos Molano

Primero se la conoció como templo de San Carlos, cuya construcción iniciaron los padres jesuitas en 1610, y la inauguraron en 1635, aún sin terminar, dentro del ambicioso conjunto urbano que establecieron en el curso del siglo xvii. La iglesia quedó finalizada en 1691. La traza y el claustro se han atribuido al jesuita Juan B. Coluccini quien dirigió la obra hasta 1641, año en que murió. Después del terremoto de 1763, que destruyó la cúpula original, se cambió el nombre de San Carlos por el de San Ignacio, en homenaje al fundador de la orden, san Ignacio de Loyola; en 1767 los jesuitas fueron expulsados del Nuevo Reino de Granada por pragmática sanción de Carlos III. La iglesia de San Ignacio permaneció cerrada por un lapso corto y luego pasó a manos de los curas de la Catedral, según cuenta Ibáñez en sus Crónicas de Bogotá. La cúpula fue restaurada por los sucesivos gobiernos virreinales y ya tenía su aspecto actual cuando ocurrieron los sucesos del 20 de julio de 1810. Dicha cúpula es sin discusión uno de los monumentos más famosos de Bogotá y con el tiempo ha adquirido el estatus de postal de la ciudad. En 1890 el arzobispo Ignacio León Velasco les retornó la iglesia a sus fundadores, los padres jesuitas, que el 2 de julio de 1904 formalizaron con una placa, inscrita a la derecha, en uno de los muros próximos a la entrada, la consagración del templo a la memoria de san Ignacio de Loyola.

La iglesia de San Ignacio, considerada por la riqueza y la elegancia de su decoración, además de sus méritos arquitectónicos, como la más importante de la capital, excluida la Catedral, no deja de ser para los fieles y para los turistas uno de los atractivos principales del centro histórico. En las épocas en que la Catedral hubo de cerrarse por diversos motivos, San Ignacio hizo sus veces.

La iglesia está hecha toda de arquería sólida, con arcos ciegos en las fachadas y delgadas hornacinas en torno de la portada. Su arquitectura interna es de un exquisito barroco y con elegantes muestras de tendencia manierista. La nave central, de techo en forma de bóveda, dos naves laterales y crucero componen su interior. El techo de aquella va decorado con figuras de ángeles, frutos y hojas. En el altar mayor sobresalen el retablo y la imaginería, que se atribuyen a Diego de Loessing, jesuita alemán, y es de admirar el rico altar de Nuestra Señora de Loreto con su finísima talla y su imaginería en miniatura. La iglesia exhibe obras de Pedro Laboria y lienzos de Gregorio Vásquez, los Figueroa y Antonio Acero de La Cruz. El Altar de las Reliquias, colocado en la nave izquierda es de especial interés artístico y religioso. El sacerdote jesuita y excelente pintor colombiano, Santiago Páramo, pintó los frescos y murales que ornan la bóveda y la cúpula de la capilla de San José, llamada “la Sixtina latinoamericana”, en la que lucen una figuración del reino de los cielos y la gloria celeste de san José. El balcón corrido de la nave central y el coro no son menos apreciables por su riqueza artística. La fachada de la iglesia fue objeto de una concienzuda restauración entre 1946 y 1947. Se la declaró monumento nacional en 1975. La iglesia de San Ignacio, distinguida con el número 6-35 de la calle 10, es la mayor obra arquitectónica realizada en Santafé durante el período de la Colonia e inspirada en las iglesias de Jesús y de San Ignacio en Roma.

Enfrente de San Ignacio se sitúa la plazuela de San Carlos, en una de cuyas casas funcionaba la Imprenta Patriótica, donde Nariño imprimió los Derechos del Hombre, cuya edición fue ocultada en San Ignacio para evitar que cayera en manos del oidor Joaquín Mosquera.

Bogotá 360°
La ciudad interior /
Iglesia de San Ignacio

#AmorPorColombia

Bogotá 360° La ciudad interior / Iglesia de San Ignacio

Iglesia de San Ignacio

Interior de la iglesia, vista bajo la cúpula. Desde la izquierda, la Capilla del Rapto, el altar mayor, la Capilla de San Francisco Javier, el púlpito y la nave central. Cristóbal von Rothkirch

Interior de la iglesia, vista bajo la cúpula. Desde la izquierda, la Capilla del Rapto, el altar mayor, la Capilla de San Francisco Javier, el púlpito y la nave central.   Cristóbal von Rothkirch.

 

 Cristóbal von Rothkirch

  Cristóbal von Rothkirch.

 

 Cristóbal von Rothkirch

  Cristóbal von Rothkirch.

 

Capilla de la Virgen de Lourdes. A la izquierda la Coronación de la Virgen, el portal que conduce a la nave central del templo, la puerta al osario y a la derecha el altar dedicado a la Virgen. Cristóbal von Rothkirch

Capilla de la Virgen de Lourdes. A la izquierda la Coronación de la Virgen, el portal que conduce a la nave central del templo, la puerta al osario y a la derecha el altar dedicado a la Virgen.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Interior de la iglesia vista desde debajo del coro: Capilla de las Reliquias, nave central y altar mayor; el llamado altar “de los Franciscos” por estar dedicado a los santos Francisco Javier, de Asís y de Sales. Cristóbal von Rothkirch

Interior de la iglesia vista desde debajo del coro: Capilla de las Reliquias, nave central y altar mayor; el llamado altar “de los Franciscos” por estar dedicado a los santos Francisco Javier, de Asís y de Sales.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Texto de: Enrique Santos Molano

Primero se la conoció como templo de San Carlos, cuya construcción iniciaron los padres jesuitas en 1610, y la inauguraron en 1635, aún sin terminar, dentro del ambicioso conjunto urbano que establecieron en el curso del siglo xvii. La iglesia quedó finalizada en 1691. La traza y el claustro se han atribuido al jesuita Juan B. Coluccini quien dirigió la obra hasta 1641, año en que murió. Después del terremoto de 1763, que destruyó la cúpula original, se cambió el nombre de San Carlos por el de San Ignacio, en homenaje al fundador de la orden, san Ignacio de Loyola; en 1767 los jesuitas fueron expulsados del Nuevo Reino de Granada por pragmática sanción de Carlos III. La iglesia de San Ignacio permaneció cerrada por un lapso corto y luego pasó a manos de los curas de la Catedral, según cuenta Ibáñez en sus Crónicas de Bogotá. La cúpula fue restaurada por los sucesivos gobiernos virreinales y ya tenía su aspecto actual cuando ocurrieron los sucesos del 20 de julio de 1810. Dicha cúpula es sin discusión uno de los monumentos más famosos de Bogotá y con el tiempo ha adquirido el estatus de postal de la ciudad. En 1890 el arzobispo Ignacio León Velasco les retornó la iglesia a sus fundadores, los padres jesuitas, que el 2 de julio de 1904 formalizaron con una placa, inscrita a la derecha, en uno de los muros próximos a la entrada, la consagración del templo a la memoria de san Ignacio de Loyola.

La iglesia de San Ignacio, considerada por la riqueza y la elegancia de su decoración, además de sus méritos arquitectónicos, como la más importante de la capital, excluida la Catedral, no deja de ser para los fieles y para los turistas uno de los atractivos principales del centro histórico. En las épocas en que la Catedral hubo de cerrarse por diversos motivos, San Ignacio hizo sus veces.

La iglesia está hecha toda de arquería sólida, con arcos ciegos en las fachadas y delgadas hornacinas en torno de la portada. Su arquitectura interna es de un exquisito barroco y con elegantes muestras de tendencia manierista. La nave central, de techo en forma de bóveda, dos naves laterales y crucero componen su interior. El techo de aquella va decorado con figuras de ángeles, frutos y hojas. En el altar mayor sobresalen el retablo y la imaginería, que se atribuyen a Diego de Loessing, jesuita alemán, y es de admirar el rico altar de Nuestra Señora de Loreto con su finísima talla y su imaginería en miniatura. La iglesia exhibe obras de Pedro Laboria y lienzos de Gregorio Vásquez, los Figueroa y Antonio Acero de La Cruz. El Altar de las Reliquias, colocado en la nave izquierda es de especial interés artístico y religioso. El sacerdote jesuita y excelente pintor colombiano, Santiago Páramo, pintó los frescos y murales que ornan la bóveda y la cúpula de la capilla de San José, llamada “la Sixtina latinoamericana”, en la que lucen una figuración del reino de los cielos y la gloria celeste de san José. El balcón corrido de la nave central y el coro no son menos apreciables por su riqueza artística. La fachada de la iglesia fue objeto de una concienzuda restauración entre 1946 y 1947. Se la declaró monumento nacional en 1975. La iglesia de San Ignacio, distinguida con el número 6-35 de la calle 10, es la mayor obra arquitectónica realizada en Santafé durante el período de la Colonia e inspirada en las iglesias de Jesús y de San Ignacio en Roma.

Enfrente de San Ignacio se sitúa la plazuela de San Carlos, en una de cuyas casas funcionaba la Imprenta Patriótica, donde Nariño imprimió los Derechos del Hombre, cuya edición fue ocultada en San Ignacio para evitar que cayera en manos del oidor Joaquín Mosquera.

Bogotá 360° La ciudad interior / Iglesia de San Ignacio

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