- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Introducción
Texto de: Fabio Zambrano Pantoja
Profesor Titular Universidad Nacional de Colombia
Cualquier día del presente año, el mundo se ha convertido en un planeta con una definida mayoría de habitantes urbanos, por primera vez en la historia de la humanidad. La gran mayoría de los urbanitas del mundo residen en ciudades de América Latina, África y Asia, cuyos sustanciales aportes son los que han forjado este nuevo panorama urbano. Es en medio de estas nuevas dinámicas urbanas globales en que se inserta la historia de Bogotá durante el siglo xx. En Colombia este tránsito ya se había producido, pero comparte con el nuevo mundo urbano la condición de una mayor globalidad de la vida citadina.
Si bien Bogotá inicia el siglo xx con una política muy clara de abandono de lo público, un siglo más tarde, al iniciar la presente centuria, nos encontramos con un cambio importante en la construcción del espacio público, condición indispensable para resolver las tensiones que en ella se suceden entre lo público y lo privado, entre la movilidad y la sociabilidad, entre lo sagrado y lo profano. Como en cualquier ciudad que experimenta el tránsito hacia la modernidad, de éstas y otras tensiones que se han experimentado en esta corta historia, trataremos de hacer referencia en esta publicación.
Sin embargo, este tránsito no ha sido el resultado de un proyecto de la elite de Bogotá, sino, más bien, es el producto de un constante proceso de modernización que ha experimentado la ciudad, primero como resultado de la economía exportadora cafetera, luego con la industrialización, y siempre asociada con la condición de ciudad de servicios que siempre ha sido.
En la organización de nuestro relato, proponemos el año de 1961 como el momento del punto de inflexión en el proceso de modernización de la ciudad, el cual se va a manifestar de manera más contundente en las dos últimas décadas. El hito histórico que simboliza esta transformación no es más que la metáfora que se representa con la remodelación de la Plaza de Bolívar realizada ese año. Regresar la plaza a su forma original, sin obstáculos para que los ciudadanos se reúnan, es el hecho que empleamos como alegoría de la nueva concepción de lo público que se expresa en la ciudad. En este momento hubo un proyecto, todavía tímido, de construir una ciudad moderna.
Esta parábola se sucede en el inicio del llamado periodo admirable, como se ha denominado a las administraciones de la década del sesenta, momento en el cual se formuló un proyecto de ciudad que fue ejecutado en varias administraciones y que consolidó la modernización de la infraestructura de servicios públicos que permitió el creciente acceso de la mayoría de la población a éstos, y generó una serie de cambios en la cultura material en el interior de los hogares. De allí se desprenden, ciertamente no de manera inmediata, transformaciones en la cultura urbana.
También destacamos un acontecimiento sucedido en esta década como ha sido la socialización de los métodos anticonceptivos. Subrayamos este hecho como el que expresa transformaciones en la concepción del cuerpo, del papel de la mujer en la sociedad, y de una profunda transformación de la sacralidad en la ciudad. Consideramos que es indicador del ascenso de una cultura laica en la sociedad y el declive del control moral que la iglesia había mantenido en la sociedad.
Este incremento de la contracepción a partir de esta década lo vinculamos con los cambios en la estructura demográfica que presenta Bogotá desde el censo de 1964 hasta el presente. En estas tres últimas décadas ha aumentado la población adulta, se ha reducido la población infantil y juvenil, de manera más pronunciada desde el censo de 1985.
Presentamos esta dinámica demográfica como la principal causa del descenso de la criminalidad en Bogotá, y gracias a acertadas políticas de seguridad que se han aplicado en la ciudad, las cuales se han sumado a esta tendencia poblacional, se ha producido una ciudad más segura, que escogemos como condición para sustentar los buenos indicadores que presenta la ciudad en estas dos últimas décadas.
Sin embargo, no podemos trazar una evolución directa entre la década del sesenta y los noventa. Del periodo admirable, años sesentas, se pasa al reino del clientelismo, el triunfo de la corrupción y la desintegración social en Bogotá que se presenta desde el final del Frente Nacional, hasta la elección popular de alcaldes, en 1988.
Luego de una transición política y gracias a la continuidad en temas como la cultura ciudadana, el progreso social, el urbanismo y la legitimidad institucional, los cuales se refuerzan entre sí, y consolidan el tema de la seguridad y la convivencia ciudadana, Bogotá se convierte progresivamente en una ciudad donde se define una nueva cultura ciudadana, portadora de una concepción del espacio público más acorde con el proyecto de ciudad moderna, así este proyecto no sea más que un nuevo simulacro de orden.
En esta nueva etapa de la historia de Bogotá hacemos especial énfasis en la construcción de nuevos símbolos, puesto que consideramos que ha sido definitivo para marcar el cambio y el proceso de transformación de la ciudad. Bogotá, como el escenario de representación del poder, se ha beneficiado de intervenciones urbanísticas de singular importancia, algunos de los cuales simbolizan la nueva concepción de la ciudad. Uno de los grandes avances que ha tenido la ciudad ha sido el de desarrollar una especial capacidad de simbolizar sus proyectos, condición indispensable para lograr una mejor comunicación entre la ciudadanía y la administración, así como para desarrollar elementos de identidad y pertenencia.
Ya no es con templos y campanarios que la ciudad simboliza el concepto de lo sagrado, sino con obras monumentales como los nuevos edificios públicos, que ofrecen renovadoras estéticas y aportes arquitectónicos significativos, como las mega bibliotecas de El Tunal, Tintal y Virgilio Barco, los nuevos colegios públicos, y el Archivo Distrital, diseñado como un gran centro recipiente de la memoria de la ciudad, que escogemos como ejemplos. Ahora lo público es lo sagrado.
La ciudad evoluciona desde las desigualdades visibles de principios de siglo al discurso de la igualdad y la superación de las indiferencias, con las cuales inicia su recorrido en el siglo xxi. El reconocimiento de la existencia de las diferencias internas, sociales y espaciales, ha sido un avance definitivo para lograr la construcción de una sociedad más justa y digna de la que existía a comienzos del siglo xx. La diferencia de clases enorme, sin grados intermedios que presentaba la ciudad hace un siglo, está dejando de ser un orden natural y comienza a transformarse.
Hoy tenemos una ciudad más global, más segura, menos pobre, más igualitaria, menos indiferente, más cosmopolita y menos provinciana de la que era hace un siglo. La ciudad contemporánea conoce sus problemas, aunque todavía carece de todas las herramientas necesarias para resolverlos. Sin embargo, nuevos instrumentos de gestión urbana han sido creados, como son las plusvalías urbanas, por ejemplo, que permiten una nueva fiscalidad para el distrito capital. La plusvalía es una nueva obligación tributaria que nace de la consideración de que el suelo es una de las mayores riquezas con que cuenta la ciudad, y tanto el uso como su explotación deben ser objeto de regulación pública. La ciudad inicia su recorrido por el siglo xxi con un Plan de Ordenamiento Territorial, POT, que es el primer instrumento diseñado para la planeación urbana integral, donde se define de manera sistemática los usos del suelo, la normatividad que los rige y los programas de intervención a largo plazo.
De manera paradójica, en algunos casos no ha sido posible aplicar los nuevos instrumentos, como son los casos del problema de la movilidad y de la calidad del aire. A pesar de contar con un detallado conocimiento de estos problemas y de los efectos negativos sobre la ciudad, Bogotá es la tercera ciudad más contaminada de América Latina y ya comienza a registrase como causa de mortalidad en niños y ancianos. Si bien la contaminación afecta a toda la ciudad, son los barrios más pobres los que reciben el mayor impacto debido a condiciones de vulnerabilidad, como deficiencias habitacionales y nutricionales.
Otro caso en el que el conocimiento del tema presenta avances sustanciales, pero no así en sus aplicaciones, es en el de la descentralización. A pesar de que la Constitución de 1991 y el Estatuto Orgánico de Bogotá promueven la descentralización, los avances que presenta la ciudad son modestos. Hay una clara manifestación de desconfianza de las administraciones a aplicar este instrumento de gobierno, a pesar de que hay localidades como Suba, que tienen cerca de un millón de habitantes, y cuyo alcalde local tiene funciones similares a las de un inspector de policía. En muchos aspectos, Bogotá continúa siendo administrada como otro municipio más de Colombia.
Cuando la ciudad cumpla el V centenario de su fundación, en escasas tres décadas, esperamos que la lectura de estas últimas décadas sean vistas como el comienzo del tránsito de la ciudad por la senda sostenida del progreso y no un pequeño paréntesis, un hiato en el tiempo, como resultó la década del sesenta. En especial, cuando se cumplan estas efemérides esperamos que el 45 % de la población de Bogotá que hoy vive por debajo de la línea de pobreza, incluida el 10% de la población que vive en condiciones de miseria, se hayan beneficiado de una efectiva inclusión social.
Este libro tiene numerosas deudas, que espero hayan sido canceladas con el relato que presentamos. Hace dos décadas participé en una primera versión de esta historia, para cuya realización se organizó un amplio equipo de trabajo que generosamente aportó su concurso profesional. Luego, en los cursos de historia de Bogotá que he impartido en la Universidad Nacional y de los Andes he contado con estudiantes que me han narrado sus vidas, y las de sus familias, de donde he aprendido cómo han sido las sagas familiares en la construcción de ciudad.
También tuve el privilegio de participar en la organización del concurso de historias barriales y veredales que hizo el Departamento Administrativo de Acción Comunal Distrital, en el que se presentaron más de 600 trabajos en los que nuevos cronistas urbanos contaron las historias de la formación de sus barrios. La lectura de estos trabajos me permitió aproximarme a una historia inédita de la ciudad contemporánea, la que no pasa por la historia oficial, versiones directas de los hacedores de ciudad. De todos estos trabajos aprendí mucho, y los que en este libro son citados, constituyen apenas una muestra de la riqueza historiográfica que en ellos se encuentra.
Por supuesto que la deuda mayor la he causado en mi familia. Muchas veces la cotidianidad familiar se ha interrumpido por organizar salidas por la ciudad para enseñar cómo se lee el espacio urbano, como también la constante intromisión del ejercicio de etnografía urbana que de manera permanente realizo como observador de las dinámicas de esta ciudad. El diálogo permanente que en casa sostenemos sobre nuestra vida urbana ha sido una fuente de información que atraviesa este relato. A Jenny, Juliana y Maritza dedico este libro. Muchas gracias.
#AmorPorColombia
Introducción
Texto de: Fabio Zambrano Pantoja
Profesor Titular Universidad Nacional de Colombia
Cualquier día del presente año, el mundo se ha convertido en un planeta con una definida mayoría de habitantes urbanos, por primera vez en la historia de la humanidad. La gran mayoría de los urbanitas del mundo residen en ciudades de América Latina, África y Asia, cuyos sustanciales aportes son los que han forjado este nuevo panorama urbano. Es en medio de estas nuevas dinámicas urbanas globales en que se inserta la historia de Bogotá durante el siglo xx. En Colombia este tránsito ya se había producido, pero comparte con el nuevo mundo urbano la condición de una mayor globalidad de la vida citadina.
Si bien Bogotá inicia el siglo xx con una política muy clara de abandono de lo público, un siglo más tarde, al iniciar la presente centuria, nos encontramos con un cambio importante en la construcción del espacio público, condición indispensable para resolver las tensiones que en ella se suceden entre lo público y lo privado, entre la movilidad y la sociabilidad, entre lo sagrado y lo profano. Como en cualquier ciudad que experimenta el tránsito hacia la modernidad, de éstas y otras tensiones que se han experimentado en esta corta historia, trataremos de hacer referencia en esta publicación.
Sin embargo, este tránsito no ha sido el resultado de un proyecto de la elite de Bogotá, sino, más bien, es el producto de un constante proceso de modernización que ha experimentado la ciudad, primero como resultado de la economía exportadora cafetera, luego con la industrialización, y siempre asociada con la condición de ciudad de servicios que siempre ha sido.
En la organización de nuestro relato, proponemos el año de 1961 como el momento del punto de inflexión en el proceso de modernización de la ciudad, el cual se va a manifestar de manera más contundente en las dos últimas décadas. El hito histórico que simboliza esta transformación no es más que la metáfora que se representa con la remodelación de la Plaza de Bolívar realizada ese año. Regresar la plaza a su forma original, sin obstáculos para que los ciudadanos se reúnan, es el hecho que empleamos como alegoría de la nueva concepción de lo público que se expresa en la ciudad. En este momento hubo un proyecto, todavía tímido, de construir una ciudad moderna.
Esta parábola se sucede en el inicio del llamado periodo admirable, como se ha denominado a las administraciones de la década del sesenta, momento en el cual se formuló un proyecto de ciudad que fue ejecutado en varias administraciones y que consolidó la modernización de la infraestructura de servicios públicos que permitió el creciente acceso de la mayoría de la población a éstos, y generó una serie de cambios en la cultura material en el interior de los hogares. De allí se desprenden, ciertamente no de manera inmediata, transformaciones en la cultura urbana.
También destacamos un acontecimiento sucedido en esta década como ha sido la socialización de los métodos anticonceptivos. Subrayamos este hecho como el que expresa transformaciones en la concepción del cuerpo, del papel de la mujer en la sociedad, y de una profunda transformación de la sacralidad en la ciudad. Consideramos que es indicador del ascenso de una cultura laica en la sociedad y el declive del control moral que la iglesia había mantenido en la sociedad.
Este incremento de la contracepción a partir de esta década lo vinculamos con los cambios en la estructura demográfica que presenta Bogotá desde el censo de 1964 hasta el presente. En estas tres últimas décadas ha aumentado la población adulta, se ha reducido la población infantil y juvenil, de manera más pronunciada desde el censo de 1985.
Presentamos esta dinámica demográfica como la principal causa del descenso de la criminalidad en Bogotá, y gracias a acertadas políticas de seguridad que se han aplicado en la ciudad, las cuales se han sumado a esta tendencia poblacional, se ha producido una ciudad más segura, que escogemos como condición para sustentar los buenos indicadores que presenta la ciudad en estas dos últimas décadas.
Sin embargo, no podemos trazar una evolución directa entre la década del sesenta y los noventa. Del periodo admirable, años sesentas, se pasa al reino del clientelismo, el triunfo de la corrupción y la desintegración social en Bogotá que se presenta desde el final del Frente Nacional, hasta la elección popular de alcaldes, en 1988.
Luego de una transición política y gracias a la continuidad en temas como la cultura ciudadana, el progreso social, el urbanismo y la legitimidad institucional, los cuales se refuerzan entre sí, y consolidan el tema de la seguridad y la convivencia ciudadana, Bogotá se convierte progresivamente en una ciudad donde se define una nueva cultura ciudadana, portadora de una concepción del espacio público más acorde con el proyecto de ciudad moderna, así este proyecto no sea más que un nuevo simulacro de orden.
En esta nueva etapa de la historia de Bogotá hacemos especial énfasis en la construcción de nuevos símbolos, puesto que consideramos que ha sido definitivo para marcar el cambio y el proceso de transformación de la ciudad. Bogotá, como el escenario de representación del poder, se ha beneficiado de intervenciones urbanísticas de singular importancia, algunos de los cuales simbolizan la nueva concepción de la ciudad. Uno de los grandes avances que ha tenido la ciudad ha sido el de desarrollar una especial capacidad de simbolizar sus proyectos, condición indispensable para lograr una mejor comunicación entre la ciudadanía y la administración, así como para desarrollar elementos de identidad y pertenencia.
Ya no es con templos y campanarios que la ciudad simboliza el concepto de lo sagrado, sino con obras monumentales como los nuevos edificios públicos, que ofrecen renovadoras estéticas y aportes arquitectónicos significativos, como las mega bibliotecas de El Tunal, Tintal y Virgilio Barco, los nuevos colegios públicos, y el Archivo Distrital, diseñado como un gran centro recipiente de la memoria de la ciudad, que escogemos como ejemplos. Ahora lo público es lo sagrado.
La ciudad evoluciona desde las desigualdades visibles de principios de siglo al discurso de la igualdad y la superación de las indiferencias, con las cuales inicia su recorrido en el siglo xxi. El reconocimiento de la existencia de las diferencias internas, sociales y espaciales, ha sido un avance definitivo para lograr la construcción de una sociedad más justa y digna de la que existía a comienzos del siglo xx. La diferencia de clases enorme, sin grados intermedios que presentaba la ciudad hace un siglo, está dejando de ser un orden natural y comienza a transformarse.
Hoy tenemos una ciudad más global, más segura, menos pobre, más igualitaria, menos indiferente, más cosmopolita y menos provinciana de la que era hace un siglo. La ciudad contemporánea conoce sus problemas, aunque todavía carece de todas las herramientas necesarias para resolverlos. Sin embargo, nuevos instrumentos de gestión urbana han sido creados, como son las plusvalías urbanas, por ejemplo, que permiten una nueva fiscalidad para el distrito capital. La plusvalía es una nueva obligación tributaria que nace de la consideración de que el suelo es una de las mayores riquezas con que cuenta la ciudad, y tanto el uso como su explotación deben ser objeto de regulación pública. La ciudad inicia su recorrido por el siglo xxi con un Plan de Ordenamiento Territorial, POT, que es el primer instrumento diseñado para la planeación urbana integral, donde se define de manera sistemática los usos del suelo, la normatividad que los rige y los programas de intervención a largo plazo.
De manera paradójica, en algunos casos no ha sido posible aplicar los nuevos instrumentos, como son los casos del problema de la movilidad y de la calidad del aire. A pesar de contar con un detallado conocimiento de estos problemas y de los efectos negativos sobre la ciudad, Bogotá es la tercera ciudad más contaminada de América Latina y ya comienza a registrase como causa de mortalidad en niños y ancianos. Si bien la contaminación afecta a toda la ciudad, son los barrios más pobres los que reciben el mayor impacto debido a condiciones de vulnerabilidad, como deficiencias habitacionales y nutricionales.
Otro caso en el que el conocimiento del tema presenta avances sustanciales, pero no así en sus aplicaciones, es en el de la descentralización. A pesar de que la Constitución de 1991 y el Estatuto Orgánico de Bogotá promueven la descentralización, los avances que presenta la ciudad son modestos. Hay una clara manifestación de desconfianza de las administraciones a aplicar este instrumento de gobierno, a pesar de que hay localidades como Suba, que tienen cerca de un millón de habitantes, y cuyo alcalde local tiene funciones similares a las de un inspector de policía. En muchos aspectos, Bogotá continúa siendo administrada como otro municipio más de Colombia.
Cuando la ciudad cumpla el V centenario de su fundación, en escasas tres décadas, esperamos que la lectura de estas últimas décadas sean vistas como el comienzo del tránsito de la ciudad por la senda sostenida del progreso y no un pequeño paréntesis, un hiato en el tiempo, como resultó la década del sesenta. En especial, cuando se cumplan estas efemérides esperamos que el 45 % de la población de Bogotá que hoy vive por debajo de la línea de pobreza, incluida el 10% de la población que vive en condiciones de miseria, se hayan beneficiado de una efectiva inclusión social.
Este libro tiene numerosas deudas, que espero hayan sido canceladas con el relato que presentamos. Hace dos décadas participé en una primera versión de esta historia, para cuya realización se organizó un amplio equipo de trabajo que generosamente aportó su concurso profesional. Luego, en los cursos de historia de Bogotá que he impartido en la Universidad Nacional y de los Andes he contado con estudiantes que me han narrado sus vidas, y las de sus familias, de donde he aprendido cómo han sido las sagas familiares en la construcción de ciudad.
También tuve el privilegio de participar en la organización del concurso de historias barriales y veredales que hizo el Departamento Administrativo de Acción Comunal Distrital, en el que se presentaron más de 600 trabajos en los que nuevos cronistas urbanos contaron las historias de la formación de sus barrios. La lectura de estos trabajos me permitió aproximarme a una historia inédita de la ciudad contemporánea, la que no pasa por la historia oficial, versiones directas de los hacedores de ciudad. De todos estos trabajos aprendí mucho, y los que en este libro son citados, constituyen apenas una muestra de la riqueza historiográfica que en ellos se encuentra.
Por supuesto que la deuda mayor la he causado en mi familia. Muchas veces la cotidianidad familiar se ha interrumpido por organizar salidas por la ciudad para enseñar cómo se lee el espacio urbano, como también la constante intromisión del ejercicio de etnografía urbana que de manera permanente realizo como observador de las dinámicas de esta ciudad. El diálogo permanente que en casa sostenemos sobre nuestra vida urbana ha sido una fuente de información que atraviesa este relato. A Jenny, Juliana y Maritza dedico este libro. Muchas gracias.