- Botero esculturas (1998)
- Salmona (1998)
- El sabor de Colombia (1994)
- Wayuú. Cultura del desierto colombiano (1998)
- Semana Santa en Popayán (1999)
- Cartagena de siempre (1992)
- Palacio de las Garzas (1999)
- Juan Montoya (1998)
- Aves de Colombia. Grabados iluminados del Siglo XVIII (1993)
- Alta Colombia. El esplendor de la montaña (1996)
- Artefactos. Objetos artesanales de Colombia (1992)
- Carros. El automovil en Colombia (1995)
- Espacios Comerciales. Colombia (1994)
- Cerros de Bogotá (2000)
- El Terremoto de San Salvador. Narración de un superviviente (2001)
- Manolo Valdés. La intemporalidad del arte (1999)
- Casa de Hacienda. Arquitectura en el campo colombiano (1997)
- Fiestas. Celebraciones y Ritos de Colombia (1995)
- Costa Rica. Pura Vida (2001)
- Luis Restrepo. Arquitectura (2001)
- Ana Mercedes Hoyos. Palenque (2001)
- La Moneda en Colombia (2001)
- Jardines de Colombia (1996)
- Una jornada en Macondo (1995)
- Retratos (1993)
- Atavíos. Raíces de la moda colombiana (1996)
- La ruta de Humboldt. Colombia - Venezuela (1994)
- Trópico. Visiones de la naturaleza colombiana (1997)
- Herederos de los Incas (1996)
- Casa Moderna. Medio siglo de arquitectura doméstica colombiana (1996)
- Bogotá desde el aire (1994)
- La vida en Colombia (1994)
- Casa Republicana. La bella época en Colombia (1995)
- Selva húmeda de Colombia (1990)
- Richter (1997)
- Por nuestros niños. Programas para su Proteccion y Desarrollo en Colombia (1990)
- Mariposas de Colombia (1991)
- Colombia tierra de flores (1990)
- Los países andinos desde el satélite (1995)
- Deliciosas frutas tropicales (1990)
- Arrecifes del Caribe (1988)
- Casa campesina. Arquitectura vernácula de Colombia (1993)
- Páramos (1988)
- Manglares (1989)
- Señor Ladrillo (1988)
- La última muerte de Wozzeck (2000)
- Historia del Café de Guatemala (2001)
- Casa Guatemalteca (1999)
- Silvia Tcherassi (2002)
- Ana Mercedes Hoyos. Retrospectiva (2002)
- Francisco Mejía Guinand (2002)
- Aves del Llano (1992)
- El año que viene vuelvo (1989)
- Museos de Bogotá (1989)
- El arte de la cocina japonesa (1996)
- Botero Dibujos (1999)
- Colombia Campesina (1989)
- Conflicto amazónico. 1932-1934 (1994)
- Débora Arango. Museo de Arte Moderno de Medellín (1986)
- La Sabana de Bogotá (1988)
- Casas de Embajada en Washington D.C. (2004)
- XVI Bienal colombiana de Arquitectura 1998 (1998)
- Visiones del Siglo XX colombiano. A través de sus protagonistas ya muertos (2003)
- Río Bogotá (1985)
- Jacanamijoy (2003)
- Álvaro Barrera. Arquitectura y Restauración (2003)
- Campos de Golf en Colombia (2003)
- Cartagena de Indias. Visión panorámica desde el aire (2003)
- Guadua. Arquitectura y Diseño (2003)
- Enrique Grau. Homenaje (2003)
- Mauricio Gómez. Con la mano izquierda (2003)
- Ignacio Gómez Jaramillo (2003)
- Tesoros del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 350 años (2003)
- Manos en el arte colombiano (2003)
- Historia de la Fotografía en Colombia. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1983)
- Arenas Betancourt. Un realista más allá del tiempo (1986)
- Los Figueroa. Aproximación a su época y a su pintura (1986)
- Andrés de Santa María (1985)
- Ricardo Gómez Campuzano (1987)
- El encanto de Bogotá (1987)
- Manizales de ayer. Album de fotografías (1987)
- Ramírez Villamizar. Museo de Arte Moderno de Bogotá (1984)
- La transformación de Bogotá (1982)
- Las fronteras azules de Colombia (1985)
- Botero en el Museo Nacional de Colombia. Nueva donación 2004 (2004)
- Gonzalo Ariza. Pinturas (1978)
- Grau. El pequeño viaje del Barón Von Humboldt (1977)
- Bogotá Viva (2004)
- Albergues del Libertador en Colombia. Banco de la República (1980)
- El Rey triste (1980)
- Gregorio Vásquez (1985)
- Ciclovías. Bogotá para el ciudadano (1983)
- Negret escultor. Homenaje (2004)
- Mefisto. Alberto Iriarte (2004)
- Suramericana. 60 Años de compromiso con la cultura (2004)
- Rostros de Colombia (1985)
- Flora de Los Andes. Cien especies del Altiplano Cundi-Boyacense (1984)
- Casa de Nariño (1985)
- Periodismo gráfico. Círculo de Periodistas de Bogotá (1984)
- Cien años de arte colombiano. 1886 - 1986 (1985)
- Pedro Nel Gómez (1981)
- Colombia amazónica (1988)
- Palacio de San Carlos (1986)
- Veinte años del Sena en Colombia. 1957-1977 (1978)
- Bogotá. Estructura y principales servicios públicos (1978)
- Colombia Parques Naturales (2006)
- Érase una vez Colombia (2005)
- Colombia 360°. Ciudades y pueblos (2006)
- Bogotá 360°. La ciudad interior (2006)
- Guatemala inédita (2006)
- Casa de Recreo en Colombia (2005)
- Manzur. Homenaje (2005)
- Gerardo Aragón (2009)
- Santiago Cárdenas (2006)
- Omar Rayo. Homenaje (2006)
- Beatriz González (2005)
- Casa de Campo en Colombia (2007)
- Luis Restrepo. construcciones (2007)
- Juan Cárdenas (2007)
- Luis Caballero. Homenaje (2007)
- Fútbol en Colombia (2007)
- Cafés de Colombia (2008)
- Colombia es Color (2008)
- Armando Villegas. Homenaje (2008)
- Manuel Hernández (2008)
- Alicia Viteri. Memoria digital (2009)
- Clemencia Echeverri. Sin respuesta (2009)
- Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias (2009)
- Agua. Riqueza de Colombia (2009)
- Volando Colombia. Paisajes (2009)
- Colombia en flor (2009)
- Medellín 360º. Cordial, Pujante y Bella (2009)
- Arte Internacional. Colección del Banco de la República (2009)
- Hugo Zapata (2009)
- Apalaanchi. Pescadores Wayuu (2009)
- Bogotá vuelo al pasado (2010)
- Grabados Antiguos de la Pontificia Universidad Javeriana. Colección Eduardo Ospina S. J. (2010)
- Orquídeas. Especies de Colombia (2010)
- Apartamentos. Bogotá (2010)
- Luis Caballero. Erótico (2010)
- Luis Fernando Peláez (2010)
- Aves en Colombia (2011)
- Pedro Ruiz (2011)
- El mundo del arte en San Agustín (2011)
- Cundinamarca. Corazón de Colombia (2011)
- El hundimiento de los Partidos Políticos Tradicionales venezolanos: El caso Copei (2014)
- Artistas por la paz (1986)
- Reglamento de uniformes, insignias, condecoraciones y distintivos para el personal de la Policía Nacional (2009)
- Historia de Bogotá. Tomo I - Conquista y Colonia (2007)
- Historia de Bogotá. Tomo II - Siglo XIX (2007)
- Academia Colombiana de Jurisprudencia. 125 Años (2019)
- Duque, su presidencia (2022)
Rasgos de una Biografía

Leopoldo Richter
1958
Membracis tectigera
Acuarela
Década del 40
19.5 x 15.5 cm.
Membrácido
Spongophorus sp.
Acuarela
1940 c
22 x 27 cm
Leopoldo Richter en el Instituto de Ciencias Naturales de la Univeridad Nacional de Colombia
1940 c.
Arácnido amblipígido
Acuarela
Década del 40
32 x 25 cm.
Membrácido
Penichrophorus nasuta
Acuarela
Década del 40
22 x 27 cm.
Cuatro membrácidos colombianos, (detalle)
Acuarelas
Década del 40
27 x 22 cm.
Cuatro membrácidos colombianos, (detalle)
Acuarelas
Década del 40
27 x 22 cm.
Cuatro membrácidos colombianos, (detalle)
Acuarelas
Década del 40
27 x 22 cm.
Cuatro membrácidos colombianos, (detalle)
Acuarelas
Década del 40
27 x 22 cm.
Arriba,
Membrácido
Acuarela
Década del 40
22 x 27 cm.
Cuatro mariposas: (detalle)
Larentiinae, Belemnia regia, Eneides, Dinia mena (Arctiidae)
Acuarelas
Década del 40
27 x 20 cm.
Cuatro mariposas: (detalle)
Larentiinae, Belemnia regia, Eneides, Dinia mena (Arctiidae)
Acuarelas
Década del 40
27 x 20 cm.
Cuatro mariposas: (detalle)
Larentiinae, Belemnia regia, Eneides, Dinia mena (Arctiidae)
Acuarelas
Década del 40
27 x 20 cm.
Cuatro mariposas: (detalle)
Larentiinae, Belemnia regia, Eneides, Dinia mena (Arctiidae)
Acuarelas
Década del 40
27 x 20 cm.
Acuarela
1950 c.
28 x 24 cm.
Heliconias y Yarumos
Acuarela
1953
40 x 30.5 cm.
Documento, 1935 Pasajes aéreos, 1940
Leopoldo Richter
1978
Mujer dormida
Acuarela
1949 c.
33 x 31.5 cm.
Bañistas
Acuarela
1942
32 x 29 cm.
Bañistas
Acuarela
1949 c.
32 x 28 cm.
Indias con yátaro
Acuarela
1949
39 x 37 cm.
Río Napo
Acuarela
1951
36 x 25 cm.
Mujeres
Acuarela
1949 c.
33 x 23 cm.
Cafuches
Acuarela
1951
33 x 23.5 cm.
Mono araña
Acuarela
1951
30 x 23 cm.
Manglares
Acuarela
1951
37 x 30.5 cm.
Sierra de La Macarena
Acuarela
1951
33 x 30 cm.
Dibujo a lápiz
1951
30 x 21 cm.
Dibujo a lápiz
1950
30 x 23 cm.
Muchacha de Juradó
Acuarela
1950
27.5 x 20 cm.
Acuarela realizada con base en apuntes del cuaderno de viaje al Pacífico en el buque Almirante Padilla
1950
27.5 x 20 cm.
Acuarela realizada con base en apuntes del cuaderno de viaje al Pacífico en el buque Almirante Padilla
1950
27.5 x 20 cm.
Acuarela realizada con base en apuntes del cuaderno de viaje al Pacífico en el buque Almirante Padilla
1950
27.5 x 20 cm.
Acuarela realizada con base en apuntes del cuaderno de viaje al Pacífico en el buque Almirante Padilla
1950
27.5 x 20 cm.
Acuarela realizada
según apuntes de un viaje al Ecuador a finales de 1951
24 x 19 cm.
Acuarela realizada
según apuntes de un viaje al Ecuador a finales de 1951
24 x 19 cm.
Acuarela realizada
según apuntes de un viaje al Ecuador a finales de 1951
24 x 19 cm.
Acuarela realizada
según apuntes de un viaje al Ecuador a finales de 1951
24 x 19 cm.
Acuarela realizada
con base en apuntes de un viaje al Ecuador.
Santo Domingo de los Colorados, provincia Esmeraldas
1951
24 x 19 cm.
Acuarela realizada
con base en apuntes de un viaje al Ecuador.
Santo Domingo de los Colorados, provincia Esmeraldas
1951
24 x 19 cm.
Acuarela realizada
con base en apuntes de un viaje al Ecuador.
Santo Domingo de los Colorados, provincia Esmeraldas
1951
24 x 19 cm.
Acuarela realizada
con base en apuntes de un viaje al Ecuador.
Santo Domingo de los Colorados, provincia Esmeraldas
1951
24 x 19 cm.
Muchacha negra de la Costa Pacífica
Dibujado para Gisela
Acuarela
1953
26.5 x 22 cm.
Bosque de niebla
Nevado del Ruiz
Acuarela
1950 c.
35 x 31 cm.
Rana
Témpera sobre papel
1953
34 x 29 cm.
Pescando con barbasco
Grabado sobre madera
Década del 50
16 x 16 cm.
Pescadores
Grabado sobre madera
Década del 50
16 x 16 cm.
(Homóptero) Membrácido Cyphonia sp. Acuarela 1938 22 x 27 cm.
Texto de: Leopoldo Richter
Lo que nosotros llamábamos “cultura”, espíritu, alma, lo que teníamos por bello y por sagrado, ¿era todo un fantasma no más muerto hace tiempo y tenido por auténtico y vivo todavía solamente por un par de locos como nosotros?
Hermann Hesse: El lobo estepario
Leopold Richter nace el 14 de febrero de 1896 en Gross-Auheim, localidad cercana a Frankfurt del Meno, en el seno de una familia compuesta por Gustav Richter, Elizabeth Gerber y la hermana menor, Erna, con quien mantendrá contacto epistolar en su larga vida en Suramérica.
Es poco lo que puede añadirse a este dato biográfico: que Gustav era litógrafo, militante del partido socialdemócrata y que, como miembro de esta formación política, sería elegido concejal de Lahr. Posteriormente, en 1919, formará parte de la Asamblea Nacional de Baden. Estas asambleas regionales constituyen en su conjunto la Asamblea Nacional Constituyente, que da nacimiento a la República de Weimar. Durante la nueva República, de 1921 a 1929, es diputado socialdemócrata en la Dieta del Land Baden.
Dato escueto pero significativo. Puede decirse que el espíritu de la época, ese “Zeitgeist” que determina la vida cultural alemana de la modernidad, entra a la vida del niño Leopold a través de la figura paterna.
El pensamiento y la gran creación alemanes que desde finales del siglo XVIII habían consolidado la modernidad con las figuras de Goethe, Heine, Schiller o Herder, en un romanticismo exaltado y una racionalidad conflictiva (Kant), tendrían su continuidad y ruptura a fines del siglo XIX en dos figuras que, sin duda, fueron determinantes en la formación del joven Richter: Nietzsche y Schopenhauer. La crisis de la razón, el permanente conflicto entre el arte y la ciencia, la evidencia de un mundo que empezaba a exigir la ampliación de las fronteras de la libertad y la justicia, encontrarían en la incipiente socialdemocracia alemana la posibilidad de una materialización política. “Mi padre era socialdemócrata convencido –escribe muchos años después Leopold–, y aunque era concejal y diputado, o tal vez por esta razón, la gente evitaba el contacto con el hijo de un ‘rojo’, lo que es fácilmente explicable en una ciudad en la que había más soldados que civiles (…)”.
No es descabellado pensar que en la inmediata tradición cultural, aquella que conducía de Goethe a Nietzsche, de Heine a Hegel, pudo formarse el espíritu del niño y el adolescente que ha terminado la escuela primaria en Lahr, ciudad en la que asiste posteriormente a clases del Gimnasio Humanístico Granducal.
La tuberculosis que aqueja a la madre Elizabeth, ha llevado a la familia Richter a esta pequeña ciudad de la Selva Negra, donde Leopold tiene sus primeros contactos con la naturaleza, origen tal vez de una vocación que, entre el arte y las ciencias naturales, se perfilará años más tarde en una simbiosis singular. Al morir la madre, el padre tuvo la sospecha de que el niño también podía haber sido presa de esta enfermedad y estimula sus frecuentes paseos por la Selva Negra, de la misma manera como estimula al hijo en sus primeras actividades “artísticas”: dibujar cuanto llame su atención, plantas o animales, desarrollar un sentido de la observación que, con los años, será una de las mayores virtudes del entomólogo y el artista. “Por haber crecido con los trabajos litográficos de mi padre tuve desde pequeño experiencias prácticas con el arte” –escribirá en sus notas–.
Es poca la información que se tiene de este período de formación del joven Leopold, aunque años después, hacia 1970, escriba al respecto:
“Los años escolares no significaron una sensible interrupción en cuanto al hábito de ir al bosque porque mis padres –él se había vuelto a casar y a la nueva madre la consideré por muchos años como mi verdadera madre– vieron con agrado que pasara las horas libres en el bosque cercano. De esta manera quedó totalmente superado el peligro de una posible tuberculosis y nunca en mi vida estuve seriamente enfermo, si doy por descontados accidentes explicables como la malaria”.
Llevado probablemente de la mano del padre, su educación está más cerca del aprendizaje directo y pragmático que de la enseñanza académica. La crisis de valores que desde finales del siglo conduce a la enorme crisis social y política de los primeros años del siglo XX; la ruptura con la inmediata tradición y la exaltación de un mundo marcado por la incertidumbre de los conflictos sociales; el acento profético del nihilismo y la “muerte de Dios”, así como las nacientes revoluciones en el arte y la cultura, expresadas en los primeros movimientos de vanguardia del siglo, han de haber estado en la conciencia del joven. Europa ha empezado a dudar de sí misma. El estallido de la Primera Guerra Mundial es el trágico colofón a estas crisis.
A los dieciocho años de edad Leopold vive como soldado la experiencia de la guerra. Esta experiencia influye en su vida, lo marca en un sentido humano, afirmando su profundo respeto por aquélla. Serán frecuentes las evocaciones que haga de esta experiencia. Quedará, eso sí, una perdurable huella física: las falanges de la mano izquierda cercenadas, además de las anécdotas casi milagrosas de su supervivencia, anécdotas que Leopold Richter desdramatizará años después con ironía.
Como herido de guerra (1916), Leopold es dado de baja del servicio militar y trasladado a la fábrica de aviones Junker, donde se desempeña, de 1917 a 1918, como dibujante técnico. En 1918 contrae matrimonio con Ana Nuss. De esta unión nacen tres hijos, el mayor de los cuales, Hans, es acuarelista y artista gráfico. Por esas fechas conoce al pintor costumbrista Hans Thoma. “En mis excursiones por la Selva Negra –recuerda Richter– conocí, en Bernau, al anciano Hans Thoma. Durante esos encuentros recibí de él múltiples estímulos y enseñanzas para mis inquietudes artísticas, sin que por ello pueda considerarme su discípulo”.
¿Había estado al tanto o seguido con interés la aparición de movimientos artísticos de gran significación en las artes plásticas de principios del siglo XX? ¿Conoció Richter la obra de los artistas que, agrupados en “Die Brücke” (El puente), iniciaban a partir de 1905 lo que desembocaría en el expresionismo alemán? Tal vez haya conocido las revulsivas obras de E.L. Kirchner, Erich Heckel o K. Schmidt-Rottluff. Desaparecido como grupo en 1913, un año antes del estallido de la guerra, “Die Brücke” cedía el paso a otro grupo, aparecido en Munich en 1911: “Der Blaue Reiter” (“El Jinete Azul”). De este grupo saldrían dos de las figuras precursoras del arte de vanguardia: Kandinsky y Franz Marc. Se le sumaría el suizo Paul Klee, acaso el más “fantástico” y poético de los artistas contemporáneos de las primeras vanguardias.
Debió de estar informado de las nuevas corrientes y éstas debieron de suscitar su curiosidad, como lo hará, en poco tiempo, el cubismo, acaso la huella más definida en su pintura. Lo cierto es que, al tanto de estas corrientes o marginado deliberadamente de ellas, Leopold Richter mantendrá cierta distancia escéptica frente a las grandes corrientes renovadoras de principios del siglo.
Lo que sí debe de haber “influido” en la formación de su conciencia es el hecho de haber conocido el repliegue de la sensibilidad europea hacia zonas periféricas del mundo. La antropología y el arte volvieron los ojos hacia las mal llamadas “sociedades primitivas” y hacia las expresiones populares y anónimas de su arte. Se empezó a poner en duda el “eurocentrismo” cultural y artístico. Obras como las de Gauguin; el interés profundo de Picasso hacia la estatuaria africana y la recuperación que de estas formas primitivas de arte hizo el cubismo, formarán parte de la vocación viajera de Richter y de la formación de una conciencia extraeuropea.
Entre 1921 y 1924 realiza estudios en la Escuela Superior Técnica de Baden, en Karlsruhe, donde se prepara como profesor de enseñanza profesional. Ingresará después al servicio docente en establecimientos educativos de Lahr y Lörrach, donde imparte clases de dibujo, entre otras asignaturas.
Hasta 1932 estará dedicado a la docencia. Se sabe de su participación en un breve curso de vacaciones impartido por Le Corbusier en Ginebra. Pero, como en los restantes datos de su vida artística o académica de aquellos años, e incluso de su vida privada o familiar, la información es tan escasa que sólo podría decirse con certeza que fueron años de aprendizaje transcurridos casi en el anonimato. La verdadera identidad de Richter sólo se empieza a perfilar cuando abandone Alemania y se dirija al Brasil, antes de decidir que su residencia definitiva sería Colombia, a donde llega en 1935.
Ana Roda ha logrado concretar algunos datos biográficos sobre Leopold Richter. Por su escrito, publicado en el catálogo para la exposición de 1984 realizada en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (“El legado de Leopoldo Richter”), sabemos que, en efecto, había sido herido en 1916, en la batalla del Somme; que su mejor recuerdo de aquella guerra descansaba en el hecho consolador de no “haber tenido que matar a un solo hombre”; que, una vez desmovilizado, Richter se dedicó circunstancialmente al dibujo como ilustrador de textos, entre otros el Sidharta de Hermann Hesse. Aprende la técnica del grabado en madera. También dio muestras de destreza artística en la restauración de un fresco en la iglesia de Burgheim, para lo cual se sirvió de la técnica de la caseína, posteriormente utilizada en sus pinturas.
El adiós definitivo de Leopold a Alemania y Europa se produce en 1932, año en el cual viaja a Brasil.
En sus notas autobiográficas explica así la decisión de su viaje a América del Sur:
“La mentalidad de las personas y los establecimientos educativos donde enseñaba me hicieron madurar la decisión de abandonar Alemania. Además, la situación política de mi país se estaba complicando. Tomé la determinación de emigrar al Brasil motivado por un contacto con la Asociación Kolping, que ayudaba a establecerse a jóvenes artesanos católicos inconformes con el giro que tomaban los acontecimientos políticos en mi país, en la recién fundada colonia Porto Novo, en Itapiranga, estado de Santa Catalina”. (…) “La colonia tenía el auspicio de los sacerdotes jesuitas que regentaban también el Gimnasio Anchieta, en Porto Alegre”. Richter cuenta que adquirió un terreno a doce kilómetros de Itapiranga y cultivó la tierra, trabando amistad con los sacerdotes jesuitas que pasaban vacaciones en su casa del bosque.
“Formábamos una pequeña comunidad de estudiosos de las ciencias naturales. Esta amistad trajo a mi vida algo singularmente refrescante en comparación con la Alemania abandonada, donde empezaba a extenderse el nacionalsocialismo”.
Ha vuelto a casarse. De esta unión con Vilma Klose nace una hija, Margarita, quien acompañaría a su padre, establecido ya en Colombia, a algunos de sus viajes.
“Procedo del siglo de las ciencias naturales”–escribió el médico y gran poeta alemán Gottfried Benn en su ensayo de expiación Doble vida–. Benn hace, en estos escritos autobiográficos, un resumen de su conflictiva colaboración con el nazismo, pero apunta, sobre todo, a la profunda crisis de valores de su generación. En lo intelectual, en lo político, en lo artístico. Ha vivido también la experiencia de la primera guerra mundial y su reflexión desgarrada permite ver a un hombre poseído por el escepticismo. La idea de la decadencia europea y la constatación de que el nihilismo está en la base de la crisis, hacen de Benn un hombre atormentado. “La vida es estéril, caduca, insoportable, sin complemento”–se dice–.
Puede suponerse que no fueron éstas las reflexiones de Leopold Richter al emprender su viaje a América del Sur. Pero lo que sí se vislumbra es una “salida” hacia otro mundo, hacia “las inmensas selvas del sur del estado de Río Grande do Sul”, y hacia la Amazonia.
Es allí donde el entomólogo empírico consolida su carrera y acumula experiencias que determinarán su pasión por la selva americana. Dedicado, a instancias del sacerdote jesuita Pío Bock, al estudio de los membrácidos, Leopold Richter, que viene del “siglo de las ciencias naturales”, se dedica a la entomología.
“Durante veinte años de mi vida me dediqué al estudio de estos insectos (los membrácidos), que me fascinaron (…) Puse especial esmero en dibujarlos y pintarlos de modo que no sólo fueran científicamente exactos, sino también impecables desde el punto de vista artístico”… Retengamos esta observación extraída de sus notas: el interés por la ciencia y el interés simultáneo por el dibujo artístico.
A grandes rasgos, la biografía artística de Richter empieza para nosotros a partir de 1951, cuando acepta exponer sus dibujos y pinturas. Mientras tanto, desde 1935, cuando se instala en Colombia, su actividad es eminentemente científica. Viaja por las selvas colombianas del Alto Opón y el Carare. Viaja, observa, colecciona y registra sus apuntes en cuadernos, donde también dibuja sin perder un solo detalle de sus observaciones e investigaciones.
En 1939 se vincula como investigador al Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, donde permanece por espacio de 23 años. Desde 1940 empieza a publicar por entregas el Catálogo de los membrácidos en Colombia. Lo ilustra con sus dibujos, que realiza valiéndose de un microscopio.
Richter recorre buena parte de la selva colombiana, el Orinoco, la Amazonia y la costa del Pacífico. A la entomología se añade una aguda, espontánea actitud antropológica: con la conciencia libre de prejuicios y abierta a la comprensión del mundo indígena, comprende el pasado y el presente de estas comunidades, sus costumbres, sus rituales, sus relaciones con la naturaleza. Habiendo dejado atrás la crisis del “mundo civilizado”, Richter parece encontrar en el mundo “primitivo” una razón de ser a su vida de científico y artista. El intemporal esplendor de estas culturas parece ser la respuesta que opone a la civilización en crisis, a la idea de un progreso ininterrumpido, del cual desconfía. Ha encontrado otra forma de armonía. El entomólogo y el observador nutren una iconografía artística que ha empezado a madurar en sus apuntes.
#AmorPorColombia
Rasgos de una Biografía

Leopoldo Richter 1958

Membracis tectigera Acuarela Década del 40 19.5 x 15.5 cm.

Membrácido Spongophorus sp. Acuarela 1940 c 22 x 27 cm

Leopoldo Richter en el Instituto de Ciencias Naturales de la Univeridad Nacional de Colombia 1940 c.

Arácnido amblipígido Acuarela Década del 40 32 x 25 cm.

Membrácido Penichrophorus nasuta Acuarela Década del 40 22 x 27 cm.

Cuatro membrácidos colombianos, (detalle) Acuarelas Década del 40 27 x 22 cm.

Cuatro membrácidos colombianos, (detalle) Acuarelas Década del 40 27 x 22 cm.

Cuatro membrácidos colombianos, (detalle) Acuarelas Década del 40 27 x 22 cm.

Cuatro membrácidos colombianos, (detalle) Acuarelas Década del 40 27 x 22 cm.

Arriba, Membrácido Acuarela Década del 40 22 x 27 cm.

Cuatro mariposas: (detalle) Larentiinae, Belemnia regia, Eneides, Dinia mena (Arctiidae) Acuarelas Década del 40 27 x 20 cm.

Cuatro mariposas: (detalle) Larentiinae, Belemnia regia, Eneides, Dinia mena (Arctiidae) Acuarelas Década del 40 27 x 20 cm.

Cuatro mariposas: (detalle) Larentiinae, Belemnia regia, Eneides, Dinia mena (Arctiidae) Acuarelas Década del 40 27 x 20 cm.

Cuatro mariposas: (detalle) Larentiinae, Belemnia regia, Eneides, Dinia mena (Arctiidae) Acuarelas Década del 40 27 x 20 cm.

Acuarela 1950 c. 28 x 24 cm.

Heliconias y Yarumos Acuarela 1953 40 x 30.5 cm.

Documento, 1935 Pasajes aéreos, 1940

Leopoldo Richter 1978

Mujer dormida Acuarela 1949 c. 33 x 31.5 cm.

Bañistas Acuarela 1942 32 x 29 cm.

Bañistas Acuarela 1949 c. 32 x 28 cm.

Indias con yátaro Acuarela 1949 39 x 37 cm.

Río Napo Acuarela 1951 36 x 25 cm.

Mujeres Acuarela 1949 c. 33 x 23 cm.

Cafuches Acuarela 1951 33 x 23.5 cm.

Mono araña Acuarela 1951 30 x 23 cm.

Manglares Acuarela 1951 37 x 30.5 cm.

Sierra de La Macarena Acuarela 1951 33 x 30 cm.

Dibujo a lápiz 1951 30 x 21 cm.

Dibujo a lápiz 1950 30 x 23 cm.

Muchacha de Juradó Acuarela 1950 27.5 x 20 cm.

Acuarela realizada con base en apuntes del cuaderno de viaje al Pacífico en el buque Almirante Padilla 1950 27.5 x 20 cm.

Acuarela realizada con base en apuntes del cuaderno de viaje al Pacífico en el buque Almirante Padilla 1950 27.5 x 20 cm.

Acuarela realizada con base en apuntes del cuaderno de viaje al Pacífico en el buque Almirante Padilla 1950 27.5 x 20 cm.

Acuarela realizada con base en apuntes del cuaderno de viaje al Pacífico en el buque Almirante Padilla 1950 27.5 x 20 cm.

Acuarela realizada según apuntes de un viaje al Ecuador a finales de 1951 24 x 19 cm.

Acuarela realizada según apuntes de un viaje al Ecuador a finales de 1951 24 x 19 cm.

Acuarela realizada según apuntes de un viaje al Ecuador a finales de 1951 24 x 19 cm.

Acuarela realizada según apuntes de un viaje al Ecuador a finales de 1951 24 x 19 cm.

Acuarela realizada con base en apuntes de un viaje al Ecuador. Santo Domingo de los Colorados, provincia Esmeraldas 1951 24 x 19 cm.

Acuarela realizada con base en apuntes de un viaje al Ecuador. Santo Domingo de los Colorados, provincia Esmeraldas 1951 24 x 19 cm.

Acuarela realizada con base en apuntes de un viaje al Ecuador. Santo Domingo de los Colorados, provincia Esmeraldas 1951 24 x 19 cm.

Acuarela realizada con base en apuntes de un viaje al Ecuador. Santo Domingo de los Colorados, provincia Esmeraldas 1951 24 x 19 cm.

Muchacha negra de la Costa Pacífica Dibujado para Gisela Acuarela 1953 26.5 x 22 cm.

Bosque de niebla Nevado del Ruiz Acuarela 1950 c. 35 x 31 cm.

Rana Témpera sobre papel 1953 34 x 29 cm.

Pescando con barbasco Grabado sobre madera Década del 50 16 x 16 cm.

Pescadores Grabado sobre madera Década del 50 16 x 16 cm.

(Homóptero) Membrácido Cyphonia sp. Acuarela 1938 22 x 27 cm.
Texto de: Leopoldo Richter
Lo que nosotros llamábamos “cultura”, espíritu, alma, lo que teníamos por bello y por sagrado, ¿era todo un fantasma no más muerto hace tiempo y tenido por auténtico y vivo todavía solamente por un par de locos como nosotros?
Hermann Hesse: El lobo estepario
Leopold Richter nace el 14 de febrero de 1896 en Gross-Auheim, localidad cercana a Frankfurt del Meno, en el seno de una familia compuesta por Gustav Richter, Elizabeth Gerber y la hermana menor, Erna, con quien mantendrá contacto epistolar en su larga vida en Suramérica.
Es poco lo que puede añadirse a este dato biográfico: que Gustav era litógrafo, militante del partido socialdemócrata y que, como miembro de esta formación política, sería elegido concejal de Lahr. Posteriormente, en 1919, formará parte de la Asamblea Nacional de Baden. Estas asambleas regionales constituyen en su conjunto la Asamblea Nacional Constituyente, que da nacimiento a la República de Weimar. Durante la nueva República, de 1921 a 1929, es diputado socialdemócrata en la Dieta del Land Baden.
Dato escueto pero significativo. Puede decirse que el espíritu de la época, ese “Zeitgeist” que determina la vida cultural alemana de la modernidad, entra a la vida del niño Leopold a través de la figura paterna.
El pensamiento y la gran creación alemanes que desde finales del siglo XVIII habían consolidado la modernidad con las figuras de Goethe, Heine, Schiller o Herder, en un romanticismo exaltado y una racionalidad conflictiva (Kant), tendrían su continuidad y ruptura a fines del siglo XIX en dos figuras que, sin duda, fueron determinantes en la formación del joven Richter: Nietzsche y Schopenhauer. La crisis de la razón, el permanente conflicto entre el arte y la ciencia, la evidencia de un mundo que empezaba a exigir la ampliación de las fronteras de la libertad y la justicia, encontrarían en la incipiente socialdemocracia alemana la posibilidad de una materialización política. “Mi padre era socialdemócrata convencido –escribe muchos años después Leopold–, y aunque era concejal y diputado, o tal vez por esta razón, la gente evitaba el contacto con el hijo de un ‘rojo’, lo que es fácilmente explicable en una ciudad en la que había más soldados que civiles (…)”.
No es descabellado pensar que en la inmediata tradición cultural, aquella que conducía de Goethe a Nietzsche, de Heine a Hegel, pudo formarse el espíritu del niño y el adolescente que ha terminado la escuela primaria en Lahr, ciudad en la que asiste posteriormente a clases del Gimnasio Humanístico Granducal.
La tuberculosis que aqueja a la madre Elizabeth, ha llevado a la familia Richter a esta pequeña ciudad de la Selva Negra, donde Leopold tiene sus primeros contactos con la naturaleza, origen tal vez de una vocación que, entre el arte y las ciencias naturales, se perfilará años más tarde en una simbiosis singular. Al morir la madre, el padre tuvo la sospecha de que el niño también podía haber sido presa de esta enfermedad y estimula sus frecuentes paseos por la Selva Negra, de la misma manera como estimula al hijo en sus primeras actividades “artísticas”: dibujar cuanto llame su atención, plantas o animales, desarrollar un sentido de la observación que, con los años, será una de las mayores virtudes del entomólogo y el artista. “Por haber crecido con los trabajos litográficos de mi padre tuve desde pequeño experiencias prácticas con el arte” –escribirá en sus notas–.
Es poca la información que se tiene de este período de formación del joven Leopold, aunque años después, hacia 1970, escriba al respecto:
“Los años escolares no significaron una sensible interrupción en cuanto al hábito de ir al bosque porque mis padres –él se había vuelto a casar y a la nueva madre la consideré por muchos años como mi verdadera madre– vieron con agrado que pasara las horas libres en el bosque cercano. De esta manera quedó totalmente superado el peligro de una posible tuberculosis y nunca en mi vida estuve seriamente enfermo, si doy por descontados accidentes explicables como la malaria”.
Llevado probablemente de la mano del padre, su educación está más cerca del aprendizaje directo y pragmático que de la enseñanza académica. La crisis de valores que desde finales del siglo conduce a la enorme crisis social y política de los primeros años del siglo XX; la ruptura con la inmediata tradición y la exaltación de un mundo marcado por la incertidumbre de los conflictos sociales; el acento profético del nihilismo y la “muerte de Dios”, así como las nacientes revoluciones en el arte y la cultura, expresadas en los primeros movimientos de vanguardia del siglo, han de haber estado en la conciencia del joven. Europa ha empezado a dudar de sí misma. El estallido de la Primera Guerra Mundial es el trágico colofón a estas crisis.
A los dieciocho años de edad Leopold vive como soldado la experiencia de la guerra. Esta experiencia influye en su vida, lo marca en un sentido humano, afirmando su profundo respeto por aquélla. Serán frecuentes las evocaciones que haga de esta experiencia. Quedará, eso sí, una perdurable huella física: las falanges de la mano izquierda cercenadas, además de las anécdotas casi milagrosas de su supervivencia, anécdotas que Leopold Richter desdramatizará años después con ironía.
Como herido de guerra (1916), Leopold es dado de baja del servicio militar y trasladado a la fábrica de aviones Junker, donde se desempeña, de 1917 a 1918, como dibujante técnico. En 1918 contrae matrimonio con Ana Nuss. De esta unión nacen tres hijos, el mayor de los cuales, Hans, es acuarelista y artista gráfico. Por esas fechas conoce al pintor costumbrista Hans Thoma. “En mis excursiones por la Selva Negra –recuerda Richter– conocí, en Bernau, al anciano Hans Thoma. Durante esos encuentros recibí de él múltiples estímulos y enseñanzas para mis inquietudes artísticas, sin que por ello pueda considerarme su discípulo”.
¿Había estado al tanto o seguido con interés la aparición de movimientos artísticos de gran significación en las artes plásticas de principios del siglo XX? ¿Conoció Richter la obra de los artistas que, agrupados en “Die Brücke” (El puente), iniciaban a partir de 1905 lo que desembocaría en el expresionismo alemán? Tal vez haya conocido las revulsivas obras de E.L. Kirchner, Erich Heckel o K. Schmidt-Rottluff. Desaparecido como grupo en 1913, un año antes del estallido de la guerra, “Die Brücke” cedía el paso a otro grupo, aparecido en Munich en 1911: “Der Blaue Reiter” (“El Jinete Azul”). De este grupo saldrían dos de las figuras precursoras del arte de vanguardia: Kandinsky y Franz Marc. Se le sumaría el suizo Paul Klee, acaso el más “fantástico” y poético de los artistas contemporáneos de las primeras vanguardias.
Debió de estar informado de las nuevas corrientes y éstas debieron de suscitar su curiosidad, como lo hará, en poco tiempo, el cubismo, acaso la huella más definida en su pintura. Lo cierto es que, al tanto de estas corrientes o marginado deliberadamente de ellas, Leopold Richter mantendrá cierta distancia escéptica frente a las grandes corrientes renovadoras de principios del siglo.
Lo que sí debe de haber “influido” en la formación de su conciencia es el hecho de haber conocido el repliegue de la sensibilidad europea hacia zonas periféricas del mundo. La antropología y el arte volvieron los ojos hacia las mal llamadas “sociedades primitivas” y hacia las expresiones populares y anónimas de su arte. Se empezó a poner en duda el “eurocentrismo” cultural y artístico. Obras como las de Gauguin; el interés profundo de Picasso hacia la estatuaria africana y la recuperación que de estas formas primitivas de arte hizo el cubismo, formarán parte de la vocación viajera de Richter y de la formación de una conciencia extraeuropea.
Entre 1921 y 1924 realiza estudios en la Escuela Superior Técnica de Baden, en Karlsruhe, donde se prepara como profesor de enseñanza profesional. Ingresará después al servicio docente en establecimientos educativos de Lahr y Lörrach, donde imparte clases de dibujo, entre otras asignaturas.
Hasta 1932 estará dedicado a la docencia. Se sabe de su participación en un breve curso de vacaciones impartido por Le Corbusier en Ginebra. Pero, como en los restantes datos de su vida artística o académica de aquellos años, e incluso de su vida privada o familiar, la información es tan escasa que sólo podría decirse con certeza que fueron años de aprendizaje transcurridos casi en el anonimato. La verdadera identidad de Richter sólo se empieza a perfilar cuando abandone Alemania y se dirija al Brasil, antes de decidir que su residencia definitiva sería Colombia, a donde llega en 1935.
Ana Roda ha logrado concretar algunos datos biográficos sobre Leopold Richter. Por su escrito, publicado en el catálogo para la exposición de 1984 realizada en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (“El legado de Leopoldo Richter”), sabemos que, en efecto, había sido herido en 1916, en la batalla del Somme; que su mejor recuerdo de aquella guerra descansaba en el hecho consolador de no “haber tenido que matar a un solo hombre”; que, una vez desmovilizado, Richter se dedicó circunstancialmente al dibujo como ilustrador de textos, entre otros el Sidharta de Hermann Hesse. Aprende la técnica del grabado en madera. También dio muestras de destreza artística en la restauración de un fresco en la iglesia de Burgheim, para lo cual se sirvió de la técnica de la caseína, posteriormente utilizada en sus pinturas.
El adiós definitivo de Leopold a Alemania y Europa se produce en 1932, año en el cual viaja a Brasil.
En sus notas autobiográficas explica así la decisión de su viaje a América del Sur:
“La mentalidad de las personas y los establecimientos educativos donde enseñaba me hicieron madurar la decisión de abandonar Alemania. Además, la situación política de mi país se estaba complicando. Tomé la determinación de emigrar al Brasil motivado por un contacto con la Asociación Kolping, que ayudaba a establecerse a jóvenes artesanos católicos inconformes con el giro que tomaban los acontecimientos políticos en mi país, en la recién fundada colonia Porto Novo, en Itapiranga, estado de Santa Catalina”. (…) “La colonia tenía el auspicio de los sacerdotes jesuitas que regentaban también el Gimnasio Anchieta, en Porto Alegre”. Richter cuenta que adquirió un terreno a doce kilómetros de Itapiranga y cultivó la tierra, trabando amistad con los sacerdotes jesuitas que pasaban vacaciones en su casa del bosque.
“Formábamos una pequeña comunidad de estudiosos de las ciencias naturales. Esta amistad trajo a mi vida algo singularmente refrescante en comparación con la Alemania abandonada, donde empezaba a extenderse el nacionalsocialismo”.
Ha vuelto a casarse. De esta unión con Vilma Klose nace una hija, Margarita, quien acompañaría a su padre, establecido ya en Colombia, a algunos de sus viajes.
“Procedo del siglo de las ciencias naturales”–escribió el médico y gran poeta alemán Gottfried Benn en su ensayo de expiación Doble vida–. Benn hace, en estos escritos autobiográficos, un resumen de su conflictiva colaboración con el nazismo, pero apunta, sobre todo, a la profunda crisis de valores de su generación. En lo intelectual, en lo político, en lo artístico. Ha vivido también la experiencia de la primera guerra mundial y su reflexión desgarrada permite ver a un hombre poseído por el escepticismo. La idea de la decadencia europea y la constatación de que el nihilismo está en la base de la crisis, hacen de Benn un hombre atormentado. “La vida es estéril, caduca, insoportable, sin complemento”–se dice–.
Puede suponerse que no fueron éstas las reflexiones de Leopold Richter al emprender su viaje a América del Sur. Pero lo que sí se vislumbra es una “salida” hacia otro mundo, hacia “las inmensas selvas del sur del estado de Río Grande do Sul”, y hacia la Amazonia.
Es allí donde el entomólogo empírico consolida su carrera y acumula experiencias que determinarán su pasión por la selva americana. Dedicado, a instancias del sacerdote jesuita Pío Bock, al estudio de los membrácidos, Leopold Richter, que viene del “siglo de las ciencias naturales”, se dedica a la entomología.
“Durante veinte años de mi vida me dediqué al estudio de estos insectos (los membrácidos), que me fascinaron (…) Puse especial esmero en dibujarlos y pintarlos de modo que no sólo fueran científicamente exactos, sino también impecables desde el punto de vista artístico”… Retengamos esta observación extraída de sus notas: el interés por la ciencia y el interés simultáneo por el dibujo artístico.
A grandes rasgos, la biografía artística de Richter empieza para nosotros a partir de 1951, cuando acepta exponer sus dibujos y pinturas. Mientras tanto, desde 1935, cuando se instala en Colombia, su actividad es eminentemente científica. Viaja por las selvas colombianas del Alto Opón y el Carare. Viaja, observa, colecciona y registra sus apuntes en cuadernos, donde también dibuja sin perder un solo detalle de sus observaciones e investigaciones.
En 1939 se vincula como investigador al Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, donde permanece por espacio de 23 años. Desde 1940 empieza a publicar por entregas el Catálogo de los membrácidos en Colombia. Lo ilustra con sus dibujos, que realiza valiéndose de un microscopio.
Richter recorre buena parte de la selva colombiana, el Orinoco, la Amazonia y la costa del Pacífico. A la entomología se añade una aguda, espontánea actitud antropológica: con la conciencia libre de prejuicios y abierta a la comprensión del mundo indígena, comprende el pasado y el presente de estas comunidades, sus costumbres, sus rituales, sus relaciones con la naturaleza. Habiendo dejado atrás la crisis del “mundo civilizado”, Richter parece encontrar en el mundo “primitivo” una razón de ser a su vida de científico y artista. El intemporal esplendor de estas culturas parece ser la respuesta que opone a la civilización en crisis, a la idea de un progreso ininterrumpido, del cual desconfía. Ha encontrado otra forma de armonía. El entomólogo y el observador nutren una iconografía artística que ha empezado a madurar en sus apuntes.