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Guatemala inédita /

Reinar en el mercado

Reinar en el mercado

Elvira Chun Cobán, Alta Verapaz. Cristóbal von Rothkirch

Elvira Chun Cobán, Alta Verapaz.   Cristóbal von Rothkirch.

Quetzaltenango, Quetzaltenango. Cristóbal von Rothkirch

Quetzaltenango, Quetzaltenango.   Cristóbal von Rothkirch.

Huehuetenango, Huehuetenango. Cristóbal von Rothkirch

Huehuetenango, Huehuetenango.   Cristóbal von Rothkirch.

Quetzaltenango, Quetzaltenango. Cristóbal von Rothkirch

Quetzaltenango, Quetzaltenango.   Cristóbal von Rothkirch.

Antigua Guatemala, Sacatepéquez. Cristóbal von Rothkirch

Antigua Guatemala, Sacatepéquez.   Cristóbal von Rothkirch.

Santiago Atitlán, Sololá. Cristóbal von Rothkirch

Santiago Atitlán, Sololá.   Cristóbal von Rothkirch.

Totonicapán, Totonicapán. Cristóbal von Rothkirch

Totonicapán, Totonicapán.   Cristóbal von Rothkirch.

Texto de: Harris Whitbeck

Tenía cuarenta días de nacida cuando entró al mercado central de Cobán, en brazos de su madre, quien mantenía allí un puesto de venta de jícamas, guacales y tinajas de barro.

Ochenta años más tarde, descalza como esa primera vez (a Elvira Chun no le gustan los zapatos), sigue abriendo ese mismo puesto todas las mañanas, vendiendo lo mismo que vendía su madre.

El mercado de Cobán es un vasto imperio del comercio, dominado por mujeres quekchíes y ladinas, fuertes de carácter, que protegen el espacio ganado: canastos llenos de hierbas, frutas, verduras, montañas de tusas de maíz, paletas de madera, lazos, redes y bolsas llenas de carbón negro; fragantes pilas de ocote, esa madera mágica, llena de resina, que enciende cualquier pedazo de leña.

Elvira no vende esos productos tan necesarios para lo cotidiano; ella vende lo más sublime: productos que hacen de cualquier celebración un momento mágico.

De un frasco escondido bajo el mostrador de su puesto, saca un puñado de vainas negras de vainilla: el aroma de las semillas, que llevan dentro las vainas, son puestas sobre un tejido blanco, típico cobanero, que usan las mujeres para confeccionar sus huipiles de gala, los que sólo visten en las ocasiones especiales.

A un lado de las vainas, un canasto lleno de bolsas de semillas de cacao suelta otro aroma seductor, promesa del placer que provocará su maridaje con la vainilla. Elvira dice que el cacao, elíxir de los antiguos dioses mayas, se tiene que tostar en un comal hasta que quede bien quemadito. Luego se muele y se agrega con un poco de vainilla a un vaso de agua o leche bien caliente.

A Elvira le gusta describir la preparación de cada comida; también, dice, le gusta bailar el son sola, porque como mujer mayor tiene el respeto de los hombres, que jamás se atreven a invitarla a bailar.

Dice que para las fiestas se pone su corte azul oscuro, teñido con la cochinilla que utilizaron su madre y sus abuelas. Se pone un huipil blanco, tejido a mano, y un tocado rojo. Así, elegante, con esa distinción natural que no todas las mujeres poseen, va a los bailes de su gente.

Elvira, la mujer que ha vivido su vida entera en el mercado de Cobán, se ha codeado con presidentes, militares poderosos, con la crema y nata de la sociedad cobanera. La matrona del mercado le ha vendido a todos; los ha visto pasar por su puesto porque a todos les gustan las delicadezas que ofrece. Aún recuerda la vez en que un general la quiso impresionar, llevándola en avioneta a conocer su finca ganadera, en las lejanías de Alta Verapaz. Ríe cuando recuerda que el avión no pudo descender en la finca porque las vacas se asustaron y no se quisieron mover del potrero que servía de pista de aterrizaje.

Los hijos de Elvira viven lejos de Cobán. Ellos abandonaron la tradición de los abuelos y decidieron dejar la vida de mercado para buscar otras oportunidades. La hija está por convertirse en licenciada, cuenta orgullosa Elvira.

Cuando obtenga el título, habrá fiesta en su casa. Vestida con su mejor tocado rojo, Elvira servirá chocolate con vainilla –del que sólo ella tiene el derecho a vender. Y bailará el son, sola, mientras emana de ella la dignidad y la elegancia con que nació y con que preside serenamente su puesto de delicadezas en el mercado central.

Guatemala inédita
/
Reinar en el mercado

#AmorPorColombia

Guatemala inédita / Reinar en el mercado

Reinar en el mercado

Elvira Chun Cobán, Alta Verapaz. Cristóbal von Rothkirch

Elvira Chun Cobán, Alta Verapaz.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Quetzaltenango, Quetzaltenango. Cristóbal von Rothkirch

Quetzaltenango, Quetzaltenango.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Huehuetenango, Huehuetenango. Cristóbal von Rothkirch

Huehuetenango, Huehuetenango.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Quetzaltenango, Quetzaltenango. Cristóbal von Rothkirch

Quetzaltenango, Quetzaltenango.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Antigua Guatemala, Sacatepéquez. Cristóbal von Rothkirch

Antigua Guatemala, Sacatepéquez.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Santiago Atitlán, Sololá. Cristóbal von Rothkirch

Santiago Atitlán, Sololá.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Totonicapán, Totonicapán. Cristóbal von Rothkirch

Totonicapán, Totonicapán.   Cristóbal von Rothkirch.

 

Texto de: Harris Whitbeck

Tenía cuarenta días de nacida cuando entró al mercado central de Cobán, en brazos de su madre, quien mantenía allí un puesto de venta de jícamas, guacales y tinajas de barro.

Ochenta años más tarde, descalza como esa primera vez (a Elvira Chun no le gustan los zapatos), sigue abriendo ese mismo puesto todas las mañanas, vendiendo lo mismo que vendía su madre.

El mercado de Cobán es un vasto imperio del comercio, dominado por mujeres quekchíes y ladinas, fuertes de carácter, que protegen el espacio ganado: canastos llenos de hierbas, frutas, verduras, montañas de tusas de maíz, paletas de madera, lazos, redes y bolsas llenas de carbón negro; fragantes pilas de ocote, esa madera mágica, llena de resina, que enciende cualquier pedazo de leña.

Elvira no vende esos productos tan necesarios para lo cotidiano; ella vende lo más sublime: productos que hacen de cualquier celebración un momento mágico.

De un frasco escondido bajo el mostrador de su puesto, saca un puñado de vainas negras de vainilla: el aroma de las semillas, que llevan dentro las vainas, son puestas sobre un tejido blanco, típico cobanero, que usan las mujeres para confeccionar sus huipiles de gala, los que sólo visten en las ocasiones especiales.

A un lado de las vainas, un canasto lleno de bolsas de semillas de cacao suelta otro aroma seductor, promesa del placer que provocará su maridaje con la vainilla. Elvira dice que el cacao, elíxir de los antiguos dioses mayas, se tiene que tostar en un comal hasta que quede bien quemadito. Luego se muele y se agrega con un poco de vainilla a un vaso de agua o leche bien caliente.

A Elvira le gusta describir la preparación de cada comida; también, dice, le gusta bailar el son sola, porque como mujer mayor tiene el respeto de los hombres, que jamás se atreven a invitarla a bailar.

Dice que para las fiestas se pone su corte azul oscuro, teñido con la cochinilla que utilizaron su madre y sus abuelas. Se pone un huipil blanco, tejido a mano, y un tocado rojo. Así, elegante, con esa distinción natural que no todas las mujeres poseen, va a los bailes de su gente.

Elvira, la mujer que ha vivido su vida entera en el mercado de Cobán, se ha codeado con presidentes, militares poderosos, con la crema y nata de la sociedad cobanera. La matrona del mercado le ha vendido a todos; los ha visto pasar por su puesto porque a todos les gustan las delicadezas que ofrece. Aún recuerda la vez en que un general la quiso impresionar, llevándola en avioneta a conocer su finca ganadera, en las lejanías de Alta Verapaz. Ríe cuando recuerda que el avión no pudo descender en la finca porque las vacas se asustaron y no se quisieron mover del potrero que servía de pista de aterrizaje.

Los hijos de Elvira viven lejos de Cobán. Ellos abandonaron la tradición de los abuelos y decidieron dejar la vida de mercado para buscar otras oportunidades. La hija está por convertirse en licenciada, cuenta orgullosa Elvira.

Cuando obtenga el título, habrá fiesta en su casa. Vestida con su mejor tocado rojo, Elvira servirá chocolate con vainilla –del que sólo ella tiene el derecho a vender. Y bailará el son, sola, mientras emana de ella la dignidad y la elegancia con que nació y con que preside serenamente su puesto de delicadezas en el mercado central.

Guatemala inédita / Reinar en el mercado

#AmorPorColombia