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La ruta de HumboldtColombia - Venezuela /

Ruidos de la selva

Ruidos de la selva

Garza chicuaco.

Garza chicuaco.  

Cangrejos del Orinoco. 

En los ambientes ribereños suelen habitar algunas especies de cangrejos que pasan desapercibidos debido a sus colores crípticos, que se confunden con el follaje.

Cangrejos del Orinoco. En los ambientes ribereños suelen habitar algunas especies de cangrejos que pasan desapercibidos debido a sus colores crípticos, que se confunden con el follaje. 

Caza del Tigre. 
Florián Paucke, 1750
Acuarela sobre papel
Códice 420 de Swette, Alemania.

Caza del Tigre. Florián Paucke, 1750 Acuarela sobre papel Códice 420 de Swette, Alemania.  

Campamento en la punta de una isla
Dibujo de Riou
10 x 15.7 cm
Tomado de Voyages dans l’Amérique du sud. J. Crévaux. París 1883.

Campamento en la punta de una isla Dibujo de Riou 10 x 15.7 cm Tomado de Voyages dans l’Amérique du sud. J. Crévaux. París 1883.  

Viuditas.  

Las viuditas Callicebus torquata son monógamas y territoriales, y anuncian sus dominios con fuertes alaridos que turban la aparente tranquilidad de la selva.

Viuditas. Las viuditas Callicebus torquata son monógamas y territoriales, y anuncian sus dominios con fuertes alaridos que turban la aparente tranquilidad de la selva.  

Texto de: Alexander von Humboldt

Pasamos la noche en una playa árida y muy dilatada más allá de la Vuelta del Cochino roto, en un punto en que el río se había abierto un nuevo cauce. Era impenetrable la selva, y tuvimos la mayor dificultad en hallar leña seca para encender los fogones junto a los cuales se creen los indios seguros contra los ataques nocturnos del tigre. Nuestra propia experiencia parece atestiguar en favor de esa opinión […]

La noche estaba tranquila y serena, con una hermosa claridad de la luna. Había cocodrilos tendidos en la playa, y se situaban de modo que pudiesen mirar el fuego. Hemos creído observar que el brillo de éste los atrae, como atrae a los peces, los cangrejos y otros habitantes del agua. Los indios nos mostraban en la arena las huellas de tres tigres, de los que dos eran muy jóvenes. Era sin duda una hembra que había llevado sus hijuelos al río para darles de beber. No encontrando en la playa ningún árbol, hincamos los remos en tierra para colgar de ellos nuestras hamacas. Hasta las 11 de la noche todo anduvo tranquilamente. A esa hora salió de la selva vecina un ruido tan pavoroso, que era casi imposible pegar los ojos. Entre tantos gritos de animales salvajes que resonaban a un mismo tiempo, nuestros indios no reconocían sino los que permitían escucharse aisladamente. Eran las vocecillas aflautadas de los sapayus, los alaridos de los aluates, los rugidos del tigre, del cuguar o león americano sin melena, del báquiro, de la pereza, del paují, de la paracua, y de algunas otras aves gallináceas. Cuando los jaguares se acercaron al lindero de la selva, nuestro perro, que hasta entonces no había cesado de ladrar, se puso a aullar y a buscar amparo debajo de nuestras hamacas. En ocasiones, tras un largo silencio, el rugido de los tigres venía de lo alto de los árboles, y en tal caso era seguido del silbido agudo y prolongado de los monos, que parecían huir al peligro que les amenazaba. […]

Cuando se pregunta a los indígenas cuáles son las causas del temeroso estrépito que en ciertas horas de la noche hacen los animales de la selva, responden placenteramente: “Celebran la luna llena”. Imagino que las más de las veces su agitación es efecto de alguna pendencia suscitada en el interior de la selva. Los jaguares, por ejemplo, persiguen a los báquiros y tapires, que sólo en razón de su copia se defienden, huyendo en filas cerradas y abatiendo las zarzas que se encuentran a su paso. Asustados con esa lucha, los tímidos y desconfiados monos responden desde la cima de los árboles a los gritos de los animales mayores, y despiertan los pájaros que viven en sociedad, y sucesivamente toda la animalía se pone en movimiento. […]

La ruta de Humboldt
Colombia - Venezuela /
Ruidos de la selva

#AmorPorColombia

La ruta de Humboldt Colombia - Venezuela / Ruidos de la selva

Ruidos de la selva

Garza chicuaco.

Garza chicuaco.  

 

Cangrejos del Orinoco. 

En los ambientes ribereños suelen habitar algunas especies de cangrejos que pasan desapercibidos debido a sus colores crípticos, que se confunden con el follaje.

Cangrejos del Orinoco. En los ambientes ribereños suelen habitar algunas especies de cangrejos que pasan desapercibidos debido a sus colores crípticos, que se confunden con el follaje. 

 

Caza del Tigre. 
Florián Paucke, 1750
Acuarela sobre papel
Códice 420 de Swette, Alemania.

Caza del Tigre. Florián Paucke, 1750 Acuarela sobre papel Códice 420 de Swette, Alemania.  

 

Campamento en la punta de una isla
Dibujo de Riou
10 x 15.7 cm
Tomado de Voyages dans l’Amérique du sud. J. Crévaux. París 1883.

Campamento en la punta de una isla Dibujo de Riou 10 x 15.7 cm Tomado de Voyages dans l’Amérique du sud. J. Crévaux. París 1883.  

 

Viuditas.  

Las viuditas Callicebus torquata son monógamas y territoriales, y anuncian sus dominios con fuertes alaridos que turban la aparente tranquilidad de la selva.

Viuditas. Las viuditas Callicebus torquata son monógamas y territoriales, y anuncian sus dominios con fuertes alaridos que turban la aparente tranquilidad de la selva.  

 

Texto de: Alexander von Humboldt

Pasamos la noche en una playa árida y muy dilatada más allá de la Vuelta del Cochino roto, en un punto en que el río se había abierto un nuevo cauce. Era impenetrable la selva, y tuvimos la mayor dificultad en hallar leña seca para encender los fogones junto a los cuales se creen los indios seguros contra los ataques nocturnos del tigre. Nuestra propia experiencia parece atestiguar en favor de esa opinión […]

La noche estaba tranquila y serena, con una hermosa claridad de la luna. Había cocodrilos tendidos en la playa, y se situaban de modo que pudiesen mirar el fuego. Hemos creído observar que el brillo de éste los atrae, como atrae a los peces, los cangrejos y otros habitantes del agua. Los indios nos mostraban en la arena las huellas de tres tigres, de los que dos eran muy jóvenes. Era sin duda una hembra que había llevado sus hijuelos al río para darles de beber. No encontrando en la playa ningún árbol, hincamos los remos en tierra para colgar de ellos nuestras hamacas. Hasta las 11 de la noche todo anduvo tranquilamente. A esa hora salió de la selva vecina un ruido tan pavoroso, que era casi imposible pegar los ojos. Entre tantos gritos de animales salvajes que resonaban a un mismo tiempo, nuestros indios no reconocían sino los que permitían escucharse aisladamente. Eran las vocecillas aflautadas de los sapayus, los alaridos de los aluates, los rugidos del tigre, del cuguar o león americano sin melena, del báquiro, de la pereza, del paují, de la paracua, y de algunas otras aves gallináceas. Cuando los jaguares se acercaron al lindero de la selva, nuestro perro, que hasta entonces no había cesado de ladrar, se puso a aullar y a buscar amparo debajo de nuestras hamacas. En ocasiones, tras un largo silencio, el rugido de los tigres venía de lo alto de los árboles, y en tal caso era seguido del silbido agudo y prolongado de los monos, que parecían huir al peligro que les amenazaba. […]

Cuando se pregunta a los indígenas cuáles son las causas del temeroso estrépito que en ciertas horas de la noche hacen los animales de la selva, responden placenteramente: “Celebran la luna llena”. Imagino que las más de las veces su agitación es efecto de alguna pendencia suscitada en el interior de la selva. Los jaguares, por ejemplo, persiguen a los báquiros y tapires, que sólo en razón de su copia se defienden, huyendo en filas cerradas y abatiendo las zarzas que se encuentran a su paso. Asustados con esa lucha, los tímidos y desconfiados monos responden desde la cima de los árboles a los gritos de los animales mayores, y despiertan los pájaros que viven en sociedad, y sucesivamente toda la animalía se pone en movimiento. […]

La ruta de Humboldt Colombia - Venezuela / Ruidos de la selva

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