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Luis CaballeroHomenaje /

Luis Caballero por Luis Caballero

Luis Caballero por Luis Caballero

1982 / Lápiz sobre papel / 36,5 x 50 cm

1982 / Lápiz sobre papel / 36,5 x 50 cm 

Autorretratos / 1990 / Óleo y carboncillo sobre papel / 35 x 50 cm cada uno

Autorretratos / 1990 / Óleo y carboncillo sobre papel / 35 x 50 cm cada uno 

Autorretratos / 1990 / Óleo y carboncillo sobre papel / 35 x 50 cm cada uno

Autorretratos / 1990 / Óleo y carboncillo sobre papel / 35 x 50 cm cada uno 

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno 

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno 

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno 

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno 

Autorretrato / 1984 / Óleo sobre cartón / 37 x 30 cm

Autorretrato / 1984 / Óleo sobre cartón / 37 x 30 cm 

Texto de: Luis Caballero

Dibujar es para mí una manera de pensar, y mi pintura es sólo la elaboración de ese pensamiento.


Pintar no es hacer cuadros, pintar es expresarse por medio del color y de las formas. Crear con estos elementos algo que exista y que tenga vida propia. Algo que emocione, que inquiete y que tenga una verdadera presencia… El espectador en general rechaza esa presencia y no llega a comprender y a aceptar ese nuevo mundo que cada artista le propone. De ahí la idea de introducir al espectador dentro de un cubo pictórico, con la esperanza de forzar sus sentidos y hacerlo ver y entender. Sobre todo ver…

En: plegable de la exposición del políptico en la Biblioteca Nacional, 1968


El cuerpo es el eje donde se articula toda mi búsqueda como pintor. Cuerpo como objeto y cuerpo como signo: porque el cuerpo lo dice todo. Los sentimientos y la tensión, la fuerza, el placer. La tensión de un músculo, el abandono de una mano dicen mis propias tensiones y mis abandonos, mis sentimientos y mis deseos, una química donde el poder del cuerpo precipita una materia expresiva. Acariciarlo al dibujarlo y dibujarlo para acariciarlo mejor. Seguir con el lápiz su forma, explorar sus volúmenes tratando de apropiarlos, de integrarlo, de amarlo hasta que una unión perfecta se establezca entre el cuerpo dibujado y yo mismo. Búsqueda de mi propia existencia corporal.

1979


“Hacer un cuadro” no me interesa. Lo que yo quiero es crear seres. Fabricar esa persona que desearía poseer y no tengo. En este sentido se trata de una pintura de frustración, y ensayo encontrar una unión erótica y prácticamente carnal entre la figura que estoy pintando y yo mismo.

Cuando pinto a partir del modelo un vientre, por ejemplo, no represento simplemente la idea del vientre –lo que era antes mi gestión (idea directa que me producía una impresión directa). Ahora dibujándolo lo estudio y trato de comprenderlo. Lo analizo.

Y además al tiempo lo acaricio, lo deseo y gozo.

En: Revista Masques n.o 5, París, Francia, 1980


¿Pero por qué el cuerpo y siempre el cuerpo? Tal vez porque el cuerpo es todo para mí hasta un punto obsesivo; y que lo veo y lo siento cargado de todo lo que para mí significa algo. Sólo cuando dibujo un cuerpo me siento implicado yo mismo de manera casi carnal.

En: Catálogo Galería Minotauro C. A., Caracas, 1983


La experiencia artística es algo completamente personal, intuitivo y arbitrario. Algo así como la idea de gracia en religión. Dios la da o no la da. Y vaya uno a saber por qué. Tal estado de gracia es necesario para hacer una obra de arte, para crear un objeto (porque la pintura es un objeto) que sea capaz de transmitir emociones. La obra de arte debe ser universal pero esta universalidad no se alcanza, creo, más que a través de lo particular, con amor, con pasión.

En: Revista Impact, Suiza 1985


Yo siempre pinto el mismo cuadro.
1985


Dibujar con un modelo me parece a mí lo más difícil y lo más apasionante. No sólo se tiene la angustia ante el cuadro que se hace, sino que además está la presencia de un tercero: el modelo, que participa no sólo como forma sino como fuente de sensaciones. Sensaciones que uno trata de plasmar, de reproducir; pero que varían, que cambian, que “se mueven”. A veces el dibujo es bueno pero la sensación no está. A veces sí está pero el dibujo es malo. Y es una lucha constante para tratar de reproducir en el papel por lo menos un poquito de esas formas, de esas luces, de esas líneas que me están produciendo emociones y tratar precisamente de que no sean sólo líneas y luces y formas sino también emociones.
1985


Pintar es un placer sensual. A mí me encanta pintar. Por eso no creo en los pintores que pasan más tiempo pensando o discutiendo que pintando. La pintura, al menos como la entiendo, implica una gran parte de oficio manual. Un oficio que hay que adquirir y que hay que ejercitar constantemente, pero sería absurdo pensar que hay reglas generales…

Hablo de la realización artesanal y formal del cuadro y no de la pulsión que incita a pintar. Esa pulsión es tal vez, en el fondo, lo más importante. ¿Qué es lo que nos impulsa a crear una imagen? ¿Cómo hacer para guardar durante toda su elaboración la pureza de esa imagen sin perderse en cosas secundarias o en el simple placer de pintar? ¿Cómo hacer para que la idea y la forma se fundan y sean inseparables? ¿Cómo recrear con unos cuantos materiales la emoción que nos impulsó a pintar? Todas esas preguntas se van mezclando y se van amalgamando con los problemas técnicos de la realización. Todo se mezcla y se confunde mientras el cuadro se hace o se deshace.

Entrevista con José Hernández, 1986


El “tema” es muy importante y no me da miedo parecer ridículo al decirlo. Ese es el gran problema en realidad que se plantea cada pintor. El “tema” forzosamente condiciona la pintura misma. Todo el mundo dirá que la pintura no se debe juzgar por el tema. Que la pintura no necesita tema y que, si hay tema, es lo que menos importa.

Yo no estoy de acuerdo. No creo que sea lo mismo pintar una Virgen, una construcción geométrica o un canasto con manzanas.

1986


En general las ideas vienen de los dibujos que hago del natural, pero también pueden venir del algo que veo de repente, o de una foto en un periódico, o de una foto que yo hago, o inclusive de un cuadro que veo por primera vez. De todas maneras siempre es una especie de visión repentina. A partir de algo veo una imagen: esa imagen se vuelve inmediatamente un cuadro en mi cabeza. Luego hago un dibujo rápido.

La anoto, la apunto, la escribo, la describo para no olvidar, y luego, con calma, empiezo el cuadro…

Yo tengo en la cabeza una idea muy precisa de la belleza ideal y a la cual desgraciadamente yo no pertenezco. Eso es un motivo de frustración constante porque para mí la belleza es algo muy importante. Me queda, sin embargo, la posibilidad de poseer esa belleza dentro de una relación erótica o simplemente pintando. Pintando ese cuerpo bello que no tengo y que quiero poseer.

Entrevista con Ramiro Ramírez, en: Exposición y catálogo Galería Garcés Velásquez, 1990


Yo no sé si soy artista. Soy pintor. Y para mí ser pintor es tratar de dar una forma visual a mis emociones y a mis sentimientos. Tratar constantemente y por todos los medios de crear una imagen que se imponga por sí sola y que llegue a tener una existencia y una vida propias. Ser pintor, para mí, es buscar esa imagen y es también esperarla y saber encontrarla. Ser pintor es también, naturalmente, saber pintarla…

1990

Luis Caballero
Homenaje /
Luis Caballero por Luis Caballero

#AmorPorColombia

Luis Caballero Homenaje / Luis Caballero por Luis Caballero

Luis Caballero por Luis Caballero

1982 / Lápiz sobre papel / 36,5 x 50 cm

1982 / Lápiz sobre papel / 36,5 x 50 cm 

 

Autorretratos / 1990 / Óleo y carboncillo sobre papel / 35 x 50 cm cada uno

Autorretratos / 1990 / Óleo y carboncillo sobre papel / 35 x 50 cm cada uno 

 

Autorretratos / 1990 / Óleo y carboncillo sobre papel / 35 x 50 cm cada uno

Autorretratos / 1990 / Óleo y carboncillo sobre papel / 35 x 50 cm cada uno 

 

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno 

 

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno 

 

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno 

 

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno

Autorretratos / 1980 / Óleo sobre papel / 64 x 48 cm cada uno 

 

Autorretrato / 1984 / Óleo sobre cartón / 37 x 30 cm

Autorretrato / 1984 / Óleo sobre cartón / 37 x 30 cm 

 

Texto de: Luis Caballero

Dibujar es para mí una manera de pensar, y mi pintura es sólo la elaboración de ese pensamiento.


Pintar no es hacer cuadros, pintar es expresarse por medio del color y de las formas. Crear con estos elementos algo que exista y que tenga vida propia. Algo que emocione, que inquiete y que tenga una verdadera presencia… El espectador en general rechaza esa presencia y no llega a comprender y a aceptar ese nuevo mundo que cada artista le propone. De ahí la idea de introducir al espectador dentro de un cubo pictórico, con la esperanza de forzar sus sentidos y hacerlo ver y entender. Sobre todo ver…

En: plegable de la exposición del políptico en la Biblioteca Nacional, 1968


El cuerpo es el eje donde se articula toda mi búsqueda como pintor. Cuerpo como objeto y cuerpo como signo: porque el cuerpo lo dice todo. Los sentimientos y la tensión, la fuerza, el placer. La tensión de un músculo, el abandono de una mano dicen mis propias tensiones y mis abandonos, mis sentimientos y mis deseos, una química donde el poder del cuerpo precipita una materia expresiva. Acariciarlo al dibujarlo y dibujarlo para acariciarlo mejor. Seguir con el lápiz su forma, explorar sus volúmenes tratando de apropiarlos, de integrarlo, de amarlo hasta que una unión perfecta se establezca entre el cuerpo dibujado y yo mismo. Búsqueda de mi propia existencia corporal.

1979


“Hacer un cuadro” no me interesa. Lo que yo quiero es crear seres. Fabricar esa persona que desearía poseer y no tengo. En este sentido se trata de una pintura de frustración, y ensayo encontrar una unión erótica y prácticamente carnal entre la figura que estoy pintando y yo mismo.

Cuando pinto a partir del modelo un vientre, por ejemplo, no represento simplemente la idea del vientre –lo que era antes mi gestión (idea directa que me producía una impresión directa). Ahora dibujándolo lo estudio y trato de comprenderlo. Lo analizo.

Y además al tiempo lo acaricio, lo deseo y gozo.

En: Revista Masques n.o 5, París, Francia, 1980


¿Pero por qué el cuerpo y siempre el cuerpo? Tal vez porque el cuerpo es todo para mí hasta un punto obsesivo; y que lo veo y lo siento cargado de todo lo que para mí significa algo. Sólo cuando dibujo un cuerpo me siento implicado yo mismo de manera casi carnal.

En: Catálogo Galería Minotauro C. A., Caracas, 1983


La experiencia artística es algo completamente personal, intuitivo y arbitrario. Algo así como la idea de gracia en religión. Dios la da o no la da. Y vaya uno a saber por qué. Tal estado de gracia es necesario para hacer una obra de arte, para crear un objeto (porque la pintura es un objeto) que sea capaz de transmitir emociones. La obra de arte debe ser universal pero esta universalidad no se alcanza, creo, más que a través de lo particular, con amor, con pasión.

En: Revista Impact, Suiza 1985


Yo siempre pinto el mismo cuadro.
1985


Dibujar con un modelo me parece a mí lo más difícil y lo más apasionante. No sólo se tiene la angustia ante el cuadro que se hace, sino que además está la presencia de un tercero: el modelo, que participa no sólo como forma sino como fuente de sensaciones. Sensaciones que uno trata de plasmar, de reproducir; pero que varían, que cambian, que “se mueven”. A veces el dibujo es bueno pero la sensación no está. A veces sí está pero el dibujo es malo. Y es una lucha constante para tratar de reproducir en el papel por lo menos un poquito de esas formas, de esas luces, de esas líneas que me están produciendo emociones y tratar precisamente de que no sean sólo líneas y luces y formas sino también emociones.
1985


Pintar es un placer sensual. A mí me encanta pintar. Por eso no creo en los pintores que pasan más tiempo pensando o discutiendo que pintando. La pintura, al menos como la entiendo, implica una gran parte de oficio manual. Un oficio que hay que adquirir y que hay que ejercitar constantemente, pero sería absurdo pensar que hay reglas generales…

Hablo de la realización artesanal y formal del cuadro y no de la pulsión que incita a pintar. Esa pulsión es tal vez, en el fondo, lo más importante. ¿Qué es lo que nos impulsa a crear una imagen? ¿Cómo hacer para guardar durante toda su elaboración la pureza de esa imagen sin perderse en cosas secundarias o en el simple placer de pintar? ¿Cómo hacer para que la idea y la forma se fundan y sean inseparables? ¿Cómo recrear con unos cuantos materiales la emoción que nos impulsó a pintar? Todas esas preguntas se van mezclando y se van amalgamando con los problemas técnicos de la realización. Todo se mezcla y se confunde mientras el cuadro se hace o se deshace.

Entrevista con José Hernández, 1986


El “tema” es muy importante y no me da miedo parecer ridículo al decirlo. Ese es el gran problema en realidad que se plantea cada pintor. El “tema” forzosamente condiciona la pintura misma. Todo el mundo dirá que la pintura no se debe juzgar por el tema. Que la pintura no necesita tema y que, si hay tema, es lo que menos importa.

Yo no estoy de acuerdo. No creo que sea lo mismo pintar una Virgen, una construcción geométrica o un canasto con manzanas.

1986


En general las ideas vienen de los dibujos que hago del natural, pero también pueden venir del algo que veo de repente, o de una foto en un periódico, o de una foto que yo hago, o inclusive de un cuadro que veo por primera vez. De todas maneras siempre es una especie de visión repentina. A partir de algo veo una imagen: esa imagen se vuelve inmediatamente un cuadro en mi cabeza. Luego hago un dibujo rápido.

La anoto, la apunto, la escribo, la describo para no olvidar, y luego, con calma, empiezo el cuadro…

Yo tengo en la cabeza una idea muy precisa de la belleza ideal y a la cual desgraciadamente yo no pertenezco. Eso es un motivo de frustración constante porque para mí la belleza es algo muy importante. Me queda, sin embargo, la posibilidad de poseer esa belleza dentro de una relación erótica o simplemente pintando. Pintando ese cuerpo bello que no tengo y que quiero poseer.

Entrevista con Ramiro Ramírez, en: Exposición y catálogo Galería Garcés Velásquez, 1990


Yo no sé si soy artista. Soy pintor. Y para mí ser pintor es tratar de dar una forma visual a mis emociones y a mis sentimientos. Tratar constantemente y por todos los medios de crear una imagen que se imponga por sí sola y que llegue a tener una existencia y una vida propias. Ser pintor, para mí, es buscar esa imagen y es también esperarla y saber encontrarla. Ser pintor es también, naturalmente, saber pintarla…

1990

Luis Caballero Homenaje / Luis Caballero por Luis Caballero

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