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Pedro Nel Gómez /

Florencia y mi encuentro con el fresco

Florencia y mi encuentro con el fresco

El arno y el palacio viejo (Florencia).  Óleo. 1928

El arno y el palacio viejo (Florencia). Óleo. 1928 

Peras. Óleo. 1926

Peras. Óleo. 1926 

Cabeza (Esposa del artista). Óleo. 1926

Cabeza (Esposa del artista). Óleo. 1926 

Carta a su padre, Jesús Gómez Gonzáles

Carta a su padre, Jesús Gómez Gonzáles 

Carta a su padre, Jesús Gómez Gonzáles

Carta a su padre, Jesús Gómez Gonzáles 

Dibujo a lápiz

Dibujo a lápiz 

Bordadora (Estudio para fresco). Palacio Municipal de Medellín. Acuarela

Bordadora (Estudio para fresco). Palacio Municipal de Medellín. Acuarela 

Estudio para fresco. Palacio Municipal de Medellín. Dibujo a lápiz

Estudio para fresco. Palacio Municipal de Medellín. Dibujo a lápiz 

Fresco del estudio del maestro. 1940

Fresco del estudio del maestro. 1940 

Monte Morello. Óleo. 1927

Monte Morello. Óleo. 1927 

Carta a su padre. Julio 1928

Carta a su padre. Julio 1928 

Carta a su padre. Julio 1928

Carta a su padre. Julio 1928 

Florencia, Plazza Santa Croce

Florencia, Plazza Santa Croce 

Florencia, El amo. Óleo. 1927

Florencia, El amo. Óleo. 1927 

Mandarinas. Óleo. 1980

Mandarinas. Óleo. 1980 

Pargo rojo. Óleo. 1974

Pargo rojo. Óleo. 1974 

El mar caribe. óleo. 1947

El mar caribe. óleo. 1947 

Alrededores de Florencia. Óleo. 1928

Alrededores de Florencia. Óleo. 1928 

Texto de Pedro Nel Gómez

Llevaba una cita secreta y apasionada con los muros pintados cuyas reproducciones había visto malamente en los libros; ellos despertaban toda la escala de mis propias afinidades. Cuando caí en la Plaza della Signória, sentí que habla llegado y que estaba en mi casa.

Creo que nací pintor, y desde mi infancia había vivido el fresco en carne propia. En las riberas de los ríos. dorados de Anori vi discurrir la vida al aire libre, toda color, toda plasticidad, encarnada en figuras, en grupos, en multitudes ondulantes y cadenciosas cuyo ritmo iba describiendo a mis ojos de niño una verdadera odisea popular. A esta movilidad presenciada fastuosamente en mi infancia debo seguramente algo que considero un logro de mi pintura: la dinámica de los grupos, aquella cualidad que, independientemente de la fisonomía y carácter de las figuras, de su propia individualidad y de la posición de los cuerpos, los integra en una unidad, infundiendo al conjunto una rara y encantadora armonía. Pienso que ésta será tal vez una de las últimas cosas que se olviden de mi si un día llega a estudiarse a fondo mi pintura. Pero el sentido de aquella odisea lo comprendí solamente más tarde, cuando los reveses de mi familia y las luchas de mi padre me revelaron que, habia toda una dimensión política en las labores y angustias populares que tanto había presenciado.

Mi vocación universitaria reforzó luego el sentido más ambicioso que se puede tener del papel de la pintura, de las artes y de la cultura en general, en la vida de la propia comunidad. Adorador de la bella forma, del color feliz, del hallazgo perfecto, me reclamaban con mas fuerza, sin embargo, las creaciones destinadas al público, exhibidas permanentemente a la mirada de todos y ligadas sin tregua al curso de sus vidas. Los problemas a grande escala de la composición, de los volúmenes, del campo espacial, de la función arquitectónica de la decoración, me inquietaban sobremanera. Estaban, además, en estrecha correspondencia con mis inquietudes profesionales. En arte no me interesaba el oficio de abonitar (imbellettare, dicen los italianos); más que con la cámara penumbrosa donde el cuadro arde como lámpara solitaria ante el altar, soñaba con el arte publico como forma de la vida colectiva. Pienso que un mural es una página abierta ante el pueblo, y que éste la leerá todos los días aún sin percatarse, vivirá con ella y en ese diálogo se llenará de grandes esperanzas. Soy fundamentalmente un muralista, o sea el que lleva a su obra las victorias, los anhelos, las derrotas y dolores de su pueblo y de su Patria. Y aunque mi vocación de pintor y de escultor se ha detenido y se detiene largas horas de cada día sobre la cartulina o sobre el lienzo o con el puntero del tallador, todo mi ajetreo de taller ha sido una gestación para el fresco, un proceso larvario de preparación para la creación mural, como estadio natural para la manifestación del pathos de mi comunidad humana en la pintura. Muchos detalles de mi obra pública evocan la acuarelita de pequeño formato, como una crisálida que ?después abrió sus a las y voló a la pared, metamorfoseada debidamente gracias a la constante labor de aquél que puso todos los medios para hacer de la ninfa una mariposa de mil colores.

Pedro Nel Gómez
/
Florencia y mi encuentro con el fresco

#AmorPorColombia

Pedro Nel Gómez / Florencia y mi encuentro con el fresco

Florencia y mi encuentro con el fresco

El arno y el palacio viejo (Florencia).  Óleo. 1928

El arno y el palacio viejo (Florencia). Óleo. 1928 

 

Peras. Óleo. 1926

Peras. Óleo. 1926 

 

Cabeza (Esposa del artista). Óleo. 1926

Cabeza (Esposa del artista). Óleo. 1926 

 

Carta a su padre, Jesús Gómez Gonzáles

Carta a su padre, Jesús Gómez Gonzáles 

 

Carta a su padre, Jesús Gómez Gonzáles

Carta a su padre, Jesús Gómez Gonzáles 

 

Dibujo a lápiz

Dibujo a lápiz 

 

Bordadora (Estudio para fresco). Palacio Municipal de Medellín. Acuarela

Bordadora (Estudio para fresco). Palacio Municipal de Medellín. Acuarela 

 

Estudio para fresco. Palacio Municipal de Medellín. Dibujo a lápiz

Estudio para fresco. Palacio Municipal de Medellín. Dibujo a lápiz 

 

Fresco del estudio del maestro. 1940

Fresco del estudio del maestro. 1940 

 

Monte Morello. Óleo. 1927

Monte Morello. Óleo. 1927 

 

Carta a su padre. Julio 1928

Carta a su padre. Julio 1928 

 

Carta a su padre. Julio 1928

Carta a su padre. Julio 1928 

 

Florencia, Plazza Santa Croce

Florencia, Plazza Santa Croce 

 

Florencia, El amo. Óleo. 1927

Florencia, El amo. Óleo. 1927 

 

Mandarinas. Óleo. 1980

Mandarinas. Óleo. 1980 

 

Pargo rojo. Óleo. 1974

Pargo rojo. Óleo. 1974 

 

El mar caribe. óleo. 1947

El mar caribe. óleo. 1947 

 

Alrededores de Florencia. Óleo. 1928

Alrededores de Florencia. Óleo. 1928 

 

Texto de Pedro Nel Gómez

Llevaba una cita secreta y apasionada con los muros pintados cuyas reproducciones había visto malamente en los libros; ellos despertaban toda la escala de mis propias afinidades. Cuando caí en la Plaza della Signória, sentí que habla llegado y que estaba en mi casa.

Creo que nací pintor, y desde mi infancia había vivido el fresco en carne propia. En las riberas de los ríos. dorados de Anori vi discurrir la vida al aire libre, toda color, toda plasticidad, encarnada en figuras, en grupos, en multitudes ondulantes y cadenciosas cuyo ritmo iba describiendo a mis ojos de niño una verdadera odisea popular. A esta movilidad presenciada fastuosamente en mi infancia debo seguramente algo que considero un logro de mi pintura: la dinámica de los grupos, aquella cualidad que, independientemente de la fisonomía y carácter de las figuras, de su propia individualidad y de la posición de los cuerpos, los integra en una unidad, infundiendo al conjunto una rara y encantadora armonía. Pienso que ésta será tal vez una de las últimas cosas que se olviden de mi si un día llega a estudiarse a fondo mi pintura. Pero el sentido de aquella odisea lo comprendí solamente más tarde, cuando los reveses de mi familia y las luchas de mi padre me revelaron que, habia toda una dimensión política en las labores y angustias populares que tanto había presenciado.

Mi vocación universitaria reforzó luego el sentido más ambicioso que se puede tener del papel de la pintura, de las artes y de la cultura en general, en la vida de la propia comunidad. Adorador de la bella forma, del color feliz, del hallazgo perfecto, me reclamaban con mas fuerza, sin embargo, las creaciones destinadas al público, exhibidas permanentemente a la mirada de todos y ligadas sin tregua al curso de sus vidas. Los problemas a grande escala de la composición, de los volúmenes, del campo espacial, de la función arquitectónica de la decoración, me inquietaban sobremanera. Estaban, además, en estrecha correspondencia con mis inquietudes profesionales. En arte no me interesaba el oficio de abonitar (imbellettare, dicen los italianos); más que con la cámara penumbrosa donde el cuadro arde como lámpara solitaria ante el altar, soñaba con el arte publico como forma de la vida colectiva. Pienso que un mural es una página abierta ante el pueblo, y que éste la leerá todos los días aún sin percatarse, vivirá con ella y en ese diálogo se llenará de grandes esperanzas. Soy fundamentalmente un muralista, o sea el que lleva a su obra las victorias, los anhelos, las derrotas y dolores de su pueblo y de su Patria. Y aunque mi vocación de pintor y de escultor se ha detenido y se detiene largas horas de cada día sobre la cartulina o sobre el lienzo o con el puntero del tallador, todo mi ajetreo de taller ha sido una gestación para el fresco, un proceso larvario de preparación para la creación mural, como estadio natural para la manifestación del pathos de mi comunidad humana en la pintura. Muchos detalles de mi obra pública evocan la acuarelita de pequeño formato, como una crisálida que ?después abrió sus a las y voló a la pared, metamorfoseada debidamente gracias a la constante labor de aquél que puso todos los medios para hacer de la ninfa una mariposa de mil colores.

Pedro Nel Gómez / Florencia y mi encuentro con el fresco

#AmorPorColombia